Solemnidad del Sagrado Corazón – Avisos
«Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo»
¡El corazón de Dios se estremece de compasión! En esta solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús la Iglesia presenta a nuestra contemplación este misterio, el misterio del corazón de un Dios que se conmueve y derrama todo su amor sobre la humanidad. Un amor misterioso, que en los textos del Nuevo Testamento se nos revela como inconmensurable pasión de Dios por el hombre. No se rinde ante la ingratitud, ni siquiera ante el rechazo del pueblo que se ha escogido; más aún, con infinita misericordia envía al mundo a su Hijo unigénito para que cargue sobre sí el destino del amor destruido; para que, derrotando el poder del mal y de la muerte, restituya la dignidad de hijos a los seres humanos esclavizados por el pecado. Todo esto a caro precio: el Hijo unigénito del Padre se inmola en la cruz: «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1). Símbolo de este amor que va más allá de la muerte es su costado atravesado por una lanza. A este respecto, un testigo ocular, el apóstol san Juan, afirma: «Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua» (Jn 19, 34).
Novena
Oh Corazón adorable de Jesús, que para lograr en estos últimos tiempos más copiosamente el fruto de la redención y el triunfo de vuestro amor sobre los hombres, nos revelasteis los inagotables tesoros que en vuestro divino Corazón se encierran y nos prometisteis inefables gracias; por el ardiente celo con que vuestro siervo Bernardo de Hoyos, a quien hicisteis tales manifestaciones, propagó esta devoción y contribuyó, a extender en todas partes el culto de vuestro Sacratísimo Corazón, por sus méritos y virtudes, concedednos la gracia que, confiados en vuestras promesas, por su intercesión humildemente os suplicamos. Amén.
Hágase lo petición de la gracia que se solicita. (Si se pide la curación de algún enfermo, hágase con todo fervor y confianza la petición de la curación perfecta e instantánea del enfermo o enferma, si es lo que más conviene pan su eterna salvación y para la mayor gloria del mismo Corazón divino).
Tres veces el Padre nuestro, Ave María y Gloria.
¡Corazón Sacratísimo de Jesús, glorificad ya a vuestro apóstol Bernardo de Hoyos: oíd y favoreced con muchos milagros y otras gracias a los que por él recurren a Vos!¡Corazón adorabilísimo de Jesús, venga a nos tu reino!¡Corazón de Jesús, por María Inmaculada socorrednos pronto y cúmplanse ya vuestras divinas promesas!¡Joven seráfico, angelical y amabilísimo Bernardo, rogad por nosotros!