La Iglesia

Conpendio de doctrina católica

De la naturaleza de la Iglesia

Definición

¿Cuántas partes comprende el noveno artículo del Símbolo?
Dos: la primera trata de la Iglesia, y la segunda, de la Comunión de los Santos.

¿Qué es la Iglesia católica?
La Iglesia católica es la sociedad de los hombres bautizados que profesan la doctrina de Jesucristo, y están sometidos a los pastores legítimos, principalmente al Sumo Pontífice.

¿Por qué se dice que la Iglesia es una sociedad?
Porque tiene todos los elementos constitutivos de tal.

¿Cuáles son estos elementos?
Son los cuatro siguientes:
1º autoridad que tiene derecho de mandar;
2º miembros múltiples unidos entre sí;
3º fin común todos los asociados; y
4º medios comunes para conseguir este fin.

¿Qué se entiende por los pastores legítimos?
Entiéndense los obispos legítimamente constituidos que permanecen sometidos a la autoridad del Papa, los cuales son, de derecho divino, pastores de los fieles que el Papa confía a su solicitud.

¿Por qué se añade “y principalmente al Sumo Pontífice”?
Porque la obediencia al Sumo Pontífice es el lazo visible que une a todos los cristianos, pastores y fieles, en un solo cuerpo; pues el Papa es quien mantiene la unidad de la fe, del culto y del gobierno. El que obedece al Papa está en la Iglesia; el que se aparta de él está fuera de la Iglesia.

¿Qué más significa la palabra Iglesia?
Significa también:
1º la sociedad de los católicos de una provincia, como la Macedonia (II Cor., VIII, 1), o de una población, como Éfeso (Apoc., II, 1), y entonces se trata de una Iglesia particular;
2º el lugar en que los fieles se congregan.

¿Qué es creer en la santa Iglesia católica?
Es creer que Jesucristo ha instituido y fundado por sus Apóstoles una sociedad cuyos miembros profesan su doctrina, participan de sus sacramentos, y están sometidos a los pastores que Él ha establecido. ^

División

¿De cuántas maneras puede ser considerada la Iglesia?
Tomada esta palabra en sentido amplio, la Iglesia puede ser considerada de tres maneras:
1º por su relación con la historia;
2º según la situación de sus miembros;
3º como sociedad.

¿Cómo se divide la Iglesia por su relación con la historia?
En Iglesia patriarcal, mosaica y cristiana.

¿Cómo se divide la Iglesia según la situación de sus miembros?
En Iglesia militante, purgante y triunfante, según que sus miembros se hallan en la tierra, en el purgatorio o en el cielo.

¿Cómo se divide la Iglesia en cuanto sociedad?
En Iglesia docente y en Iglesia discente: la primera comprende el cuerpo de los obispos unidos al Papa, y la segunda, el cuerpo de los fieles, por oposición al de los pastores (Hech., XV, 22). Los simples sacerdotes, aun los encargados de una parroquia, pertenecen, como los simples fieles, a la Iglesia discente.

Institución

La Iglesia instituida por Jesucristo, ¿existía ya de algún modo en los siglos anteriores?
Sí: preexistió en la sociedad religiosa formada por los hijos de Dios, desde Adán hasta Moisés, y desde Moisés hasta Jesucristo.

¿Qué nombres se dan a las dos fases de esta sociedad religiosa?
Los nombres de Iglesia patriarcal y de Iglesia mosaica.

¿Qué hay de común entre estas dos Iglesias y la de Jesucristo?
Que todas tres profesan la misma religión, con los dogmas, la moral y el culto que la constituyen esencialmente, y reconocen al mismo Dios como autor, y al mismo Cristo como Salvador. “Jesucristo ayer y hoy, el mismo también en los siglos” (Heb., XIII, 8)

¿En qué se diferencian estas tres Iglesias?
En que la Iglesia patriarcal es como la infancia de la sociedad religiosa, la Iglesia mosaica la adolescencia, y la Iglesia católica la edad perfecta. En otros términos, la sociedad de los hijos de Dios, aunque en el fondo ha sido siempre la misma, se ha ido desarrollando progresivamente lo mismo respecto del dogma, de la moral y del culto, que respecto de la autoridad doctrinal y gubernamental.

La existencia de la Iglesia católica ¿es un hecho histórico? Es un hecho histórico permanente del que cada siglo, desde Jesucristo hasta nuestros días, es una nueva comprobación.

¿Ha sido la Iglesia instituida por el mismo Jesucristo?
Sí: el mismo Jesucristo ha instituido la Iglesia, dando a su religión forma social.

¿Por qué ha querido Jesucristo dar a su religión forma social?
Para conservar intacto hasta el fin de los siglos el tesoro de verdades que Él ha revelado, y los medios de salvación que Él ha instituido.

¿Cuáles son los miembros con que Jesucristo quiere formar su Iglesia?
Todos los hombres. “Id, dice a sus Apóstoles, instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a observar todas las cosas que yo os he mandado.” (Mat., XXVIII, 19, 20)

¿A qué autoridad ha sometido Jesucristo los miembros de su Iglesia?
A la autoridad de sus Apóstoles.

¿Qué poder les ha dado?
Les ha dado un triple poder:
1º El poder de enseñar. “Instruid a todas las naciones” (Mat., XXVIII, 19, 20)
2º El poder de santificar a las almas. “Recibid el Espíritu Santo. Quedan perdonados los pecados a aquellos a quienes los perdonareis” (Juan XX, 23)
3º El poder de gobernar a los fieles imponiéndoles leyes. “Todo lo que atareis sobre la tierra, será eso mismo atado en el cielo” (Mat., XVIII, 18)

¿No sometió Jesucristo a los mismos Apóstoles a una autoridad superior?
Sí: los sometió a la autoridad de uno de ellos, Simón Pedro. “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia… Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos. Y todo lo que atares sobre la tierra, será también atado en los cielos” (Mat., XVI, 18-19) – “Confirma a tus hermanos” (Luc., XXII, 22) en la verdad – “Apacienta mis corderos… Apacienta mis ovejas” (Juan XXI, 16, 17): es decir, los simples fieles y los pastores del rebaño.

La autoridad conferida a los Apóstoles y a Pedro, ¿debía acabar con ellos?
No: había de ser transmitida a los obispos, sucesores de los Apóstoles, y al Pontífice Romano, sucesor de Pedro, porque se establecía no para ellos personalmente, sino para la Iglesia, que debe subsistir siempre. “Mirad que yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos.” (Mat., XXVIII, 29)

¿Qué unidad establecen los pastores de la Iglesia en la sociedad de los fieles?
Como doctores establecen la unidad de fe; como santificadores, la unidad de culto; como legisladores, la unidad de disciplina y de gobierno.

¿Qué fin ha señalado Jesucristo a su Iglesia?
Como fin próximo, la santidad de sus miembros en esta vida; y como fin último después de la muerte, la gloria de la visión beatifica.

¿Qué medios ha establecido Jesucristo para conseguir este fin?
La fe, la obediencia y la gracia: fe a las verdades que nos enseñan los pastores de la Iglesia; obediencia a las leyes que nos imponen; gracia que nos comunican en la administración de los sacramentos. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Marc., XVI, 16)

¿No se dan a la Iglesia en la Sagrada Escritura nombres que expresan su carácter social?
Sí: se la llama ciudad (Mat., V, 14), reino (Mat., XIII, 33), edificio (Mat., XVI, 18), aprisco (Juan X, 16), cuerpo (Efes., I, 23), etc. Todas estas expresiones suponen relaciones de unidad, mantenidas por una autoridad única, para un fin común.

Necesidad de pertenecer a la Iglesia

Del cuerpo y del alma de la Iglesia

¿Cómo está constituida la Iglesia en cuanto a su organismo?
La Iglesia, por ser un organismo vivo, tiene, como toda persona humana, dos partes: una interior, que es el alma, y otra exterior, que es el cuerpo.

¿En qué consiste el alma de la Iglesia?
Consiste en la gracia santificante, con las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo.

¿Qué es el cuerpo de la Iglesia?
La sociedad visible compuesta de los que profesan exteriormente la verdadera doctrina de Jesucristo, participan de sus sacramentos, y obedecen a los pastores por Él establecidos. El Papa es como la cabeza de este cuerpo, los obispos, los miembros principales, y los fieles, los miembros secundarios.

¿En qué situación puede uno hallarse respecto al cuerpo y al alma de la Iglesia?
1º Se puede pertenecer al alma sin pertenecer al cuerpo, como los infieles que están en gracia.
2º Se puede pertenecer al cuerpo sin pertenecer al alma, como los fieles que están en pecado mortal.
3º Se puede pertenecer al cuerpo y al alma, como los fieles que están en gracia.
4º Se puede no pertenecer ni al cuerpo ni al alma, como los infieles que están en pecado mortal.

Quiénes no pertenecen a la Iglesia

¿Quiénes son los que no pertenecen a la Iglesia?
Los que no pertenecen a la Iglesia son:
1º Los infieles que no han recibido el bautismo.
2º Los herejes, que han roto los vínculos de la fe.
3º Los cismáticos, que se han separado de la autoridad legítima.
4º Los excomulgados, a quienes la Iglesia ha arrojado de su seno.
5º Los apostatas, que han abandonado públicamente a la Iglesia.

¿Qué se entiende por infieles?
Infieles son los que no han recibido el bautismo. Tales son los judíos, mahometanos, brahmanes, budistas, idólatras, los que en países cristianos no han sido bautizados por la incuria o impiedad de sus padres, y finalmente los catecúmenos.

¿Cuántas especies de infidelidad se distinguen?
Distínguense tres especies de infidelidad:
1º la infidelidad positiva, que consiste en negarse a abrazar la fe, conociéndola;
2º la infidelidad privativa, que consiste en la ignorancia culpable de la fe, por descuido en conocerla;
3º la infidelidad negativa, que consiste en la ignorancia involuntaria de la fe.

¿Qué se entiende por herejes?
Herejes son los bautizados que niegan uno o varios artículos de fe enseñados por la Iglesia, como los protestantes.

¿Por qué permite Dios que haya herejías?
Dios permite las herejías:
1º Para probar la fe de los fieles. “Es necesario que haya también herejías, para que los que son probados, sean manifiestos entre vosotros”(I Cor., XI, 19)
2º Para que brillen con más esplendor las verdades de la fe. En efecto: las herejías han sido ocasión para los doctores católicos de aclarar con más viva luz los dogmas impugnados, y para la Iglesia, de fijar los con más precisión y claridad.

¿Qué se entiende por cismáticos?
Cismáticos son los que se separan de la Iglesia católica negándose a reconocer Y obedecer a sus pastores, corno los griegos y los rusos.

¿Cuáles son los principales cismas?
Los principales son:
1º El de los Novacianos (siglo III) que tuvo por autores a Novaciano, sacerdote de Roma, ya Novato, sacerdote de Cartago. El primero se separó del Papa San Cornelio, y el segundo, de su obispo San Cipriano.
2º El de los Griegos (siglos IX y X) que fue iniciado por Focio, y consumado por Miguel Cerulario, arzobispo de Constantinopla lo mismo que Focio.
3º El cisma de Inglaterra (siglo XVI) en el reinado de Enrique VIII fundador de la Iglesia anglicana.
4º El cisma de 1790, en Francia, ocasionado por la constitución civil del clero, condenada por Pío VI.

¿Qué se entiende por excomulgados?
Excomulgados son los que, por algún crimen grave, han sido segregados del seno de la Iglesia y privados de sus bienes espirituales, como los que entran en las sociedades secretas.

¿Qué se entiende por apostatas?
Apostatas son los que han renegado por completo de la fe católica, después de haberla profesado.

¿Son los pecadores miembros de la Iglesia?
Sí, porque el pecado, si no es un pecado público de herejía o de cisma, no quebranta los vínculos sociales que unen a los miembros de la Iglesia entre sí Jesucristo dio a entender que en el seno de la Iglesia hay justos y pecadores, cuando la comparó a la red de la que se cogen buenos y malos peces (Mat., XIII, 47), al sembrado en que la cizaña crece junto con el trigo (Mat., XIII, 20), y al rebaño en que los cabritos están mezclados con las ovejas. (Mat., XXV, 32)

Significación de esta máxima: “Fuera de la Iglesia no hay salvación

¿Es necesario pertenecer a la Iglesia para salvarse?
Sí, porque es tan imposible salvarse separado de la Iglesia como separado de Jesucristo. “Nadie puede salvarse si no tiene a Cristo por cabeza; y nadie tiene a Cristo por cabeza, si no pertenece a su cuerpo, que es la Iglesia”(S. AGUSTÍN).

¿Es de fe que fuera de Jesucristo no hay salvación?
Sí, pues está escrito: “No hay salud en ningún otro; porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que nos sea necesario ser salvos” (Hech., IV, 12)

¿Cómo nos enseña Jesucristo que fuera de la Iglesia no hay salvación?
Por estas palabras del Evangelio: “Si alguno no oyere a la Iglesia, ten lo como un gentil y publicano” (Mat., XVIII, 17) – “Quien a vosotros oye, a mí me oye; y quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia. Y el que a mí desprecia, desprecia a Aquel que me envió” (Luc., X, 16)

¿Por qué se ha de obrar la salvación por medio de la Iglesia?
Porque la Iglesia es una misma cosa con Jesucristo: es el mismo Jesucristo que prolonga su encarnación entre los hombres, En efecto:
1º la Iglesia es la esposa de Jesucristo (Efes., V, 25-27); como Eva, la madre de los vivientes, ha nacido del costado del nuevo Adán, mientras dormía en la Cruz;
2º la Iglesia es el cuerpo de Jesucristo (Efes., V, 22), el complemento de Cristo (Efs., I, 23), su desarrollo (Efes., IV, 12);
3º la misión de la Iglesia es la misma que la de Jesucristo. “Como el Padre me envió a mí, así también os envío yo a vosotros ti” (Juan XX, 21). Jesucristo es Doctor, Santificador y Rey, y ha asociado a la Iglesia a su magisterio, a su ministerio sacerdotal y a su realeza. Por tanto, la Iglesia es el mismo Jesucristo que sigue viviendo en el seno de la humanidad enseñándola, santificándola y gobernándola. Por eso, salvarse por medio de la Iglesia, es salvarse por medio de Jesucristo.

¿Para quién no hay salvación fuera de la Iglesia?
Para quien permanece voluntariamente fuera de la Iglesia, sin profesar la fe que ella enseña, sin participar de sus sacramentos, y sin obedecer a sus leyes.

¿Es esto justo?
Sí, porque el que desprecia a la Iglesia, desprecia a Jesucristo, autor de la salvación. Es, pues, justo que no queriendo entrar en el Arca de salvación, perezca en el naufragio; que no queriendo habitar en la Casa de Dios, en la Ciudad santa, sea excluido de la mansión de la luz y relegado a las tinieblas que ha preferido.

¿Es posible la salvación para los que están involuntariamente fuera de la Iglesia?
Sí, con tal que sirvan a Dios lo mejor que puedan, cumpliendo los deberes que les prescribe su conciencia. “Los que ignorando invencible mente la religión católica, guardan la ley natural…, y están dispuestos a obedecer a Dios, pueden conseguir la vida eterna, mediante la acción de la luz y de la gracia divina; pues Díos, en su suprema bondad y clemencia, no puede consentir que sea castigado con penas eternas el que no se ha apartado de Él con faltas voluntarias” (Encíclica de Su Santidad Pío IX de 10.08.1863). Los tales tienen implícitamente el deseo de pertenecer a la Iglesia, y este deseo equivale a la incorporación real. Pueden, puede salvarse; y no será fuera de la Iglesia, sino dentro de la Iglesia, a cuya alma pertenecen.

Propiedades de la Iglesia

¿Cuáles son las propiedades de la Iglesia?
Las propiedades de la Iglesia son:
1º la visibilidad;
2º la perpetuidad;
3º la indefectibilidad;
4º la infalibilidad.

Visibilidad

¿En qué consiste la visibilidad de la Iglesia?
Consiste en que la Iglesia aparece manifiestamente a los hombres:
1º como sociedad, y
2º como sociedad establecida por Jesucristo.

¿Cómo se prueba la necesidad de la visibilidad de la Iglesia?
1º Por la Sagrada Escritura. La Iglesia, según la predicción de Isaías, es la montaña preparada para morada del Señor, establecida sobre la cima de los montes, elevada sobre las colinas, a la que afluirán las naciones, para en ella aprender la ley del Altísimo (Isaías II, 2, 3). La Iglesia, es el sol en que Dios ha puesto su tabernáculos (Salmo XVIII, 5), la ciudad colocada sobre un monte (Mat., V, 14), la lámpara en el candelero (Marc., IV, 21), el redil en que no hay más que un pastor (Juan X, 16), etc.; nombres todos que expresan la visibilidad de la Iglesia.
2º Por las razones que de la misión de la Iglesia se deducen. Su misión es continuar en la tierra la obra de Jesucristo, enseñando a los hombres, santificándolos e imponiéndoles leyes cuya observancia los conducirá a la vida eterna. Mas todo esto Supone que la Iglesia es una sociedad visible, y que los hombres pueden verla y oírla, reconocer su autoridad divina, y recurrir a su magisterio, a su sacerdocio y a su autoridad; porque si la Iglesia no fuese visible, ¿cómo podrían los hombres estar obligados, bajo pena de condenación, a pertenecer a ella?

¿Por quién ha sido negada la visibilidad de la Iglesia?
Por los pretensos reformadores del siglo XVI.

¿Con qué fin sostenían esta opinión?
Con el de responder a los que les preguntaban dónde estaba la Iglesia antes de Lutero. Creían evadir esta cuestión importuna, pretendiendo falsamente que la verdadera Iglesia, aquella a que Nuestro Señor Jesucristo ha prometido la perpetuidad, la indefectibilidad, la infalibilidad, la santidad, etc., es una Iglesia invisible.

Perpetuidad

¿En qué consiste la perpetuidad de la Iglesia?
En que la Iglesia debe durar sin interrupción hasta el fin del mundo.

¿Debe la Iglesia ser perpetua?
Sí: “Dios la ha fundado para la eternidad” (Salmo XLVII, 8). La Iglesia, por oposición a la Sinagoga, es una Alianza eterna (Jer., XXXII, 40), (Jer., XXXII, 40), un Testamento eterno (Hebr., XIII, 20). “El Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido y que subsistirá eternamente” (Da., II, 44)

¿Par quién ha sido negada la perpetuidad de la Iglesia?
Por muchos herejes antiguos y modernos, que han soñado con una nueva institución religiosa, que ellos llamaban el reinado del Espíritu Santo, el reinado de los Santos en la tierra, etc.

Indefectibilidad

¿En qué consiste la indefectibilidad de la Iglesia?
En que la Iglesia debe conservar inmutablemente cuanto ha recibido de su divino Fundador: dogmas, moral, sacramentos y organización social.

¿Debe ser la Iglesia indefectible?
Sí: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mat., XVI, 18). Mas si la Iglesia variase, si no permaneciese siempre como Jesucristo la ha hecho, dejaría que contra ella prevaleciesen les puertas del infierno, es decir, el poder de los demonios coligados para destruirla.

¿Pues no ha habido cambios en la Iglesia en el curso de los tiempos?
La Iglesia ha podido admitir, en el curso de los siglos, cambios disciplinarios reclamados por el bien de las almas; pero nunca ha cambiado nada en lo que la constituye esencialmente.

¿Por quién ha sido negada la indefectibilidad de la Iglesia?
Por los protestantes, que pretendían que la Iglesia visible puede ser idólatra y herética, perder su constitución y desaparecer.

Infalibilidad

¿En qué consiste la infalibilidad de la Iglesia?
En el privilegio que tiene de no poder engañarse ni engañar, cuando enseña la doctrina de Jesucristo.

¿Cómo se prueba la infalibilidad de la Iglesia?
1º Por la sagrada Escritura. Jesucristo prometió a sus Apóstoles que estaría con ellos hasta la consumación de los siglos (Mat., XXVIII, 20); que el Espíritu Santo que les había de enviar, estaría eternamente con ellos y les enseñaría todas las cosas (Juan XVI, 13). Mas si la Iglesia pudiese errar en la fe y en la moral, estas declaraciones y estas promesas serían vanas. “La Iglesia del Dios vivo es columna y fundamento de la verdad” (I Tim., III, 15)
2º Por la, Tradición. Todos los Padres de la Iglesia han enseñado unánimemente la infalibilidad de la Iglesia. “Los Apóstoles, dice San Ireneo, depositaron la verdad plena y entera en el seno de la Iglesia, y solo en él puede ser hallada. Los sucesores de los Apóstoles conservan nuestra fe y nos exponen la Escritura sin, peligro”. 3º Por la razón teológica. Hay obligación de escuchar a la Iglesia como al mismo Jesucristo, Pero no es posible que Dios nos obligue a escuchar a una autoridad falible. Luego la Iglesia ha de ser infalible en su enseñanza.

La infalibilidad de la Iglesia ¿supone, por ventura, la inspiración del Espíritu Santo?
No, porque al tesoro de la revelación que la Iglesia tiene en depósito, no se añade nada nuevo. La infalibilidad supone sola­mente la asistencia divina que preserva a la Iglesia de todo error.

¿Qué cosas son objeto de la infalibilidad de la Iglesia?
1º Todas las verdades reveladas contenidas en la Sagrada Escri­tura y en la Tradición.
2º Todas las verdades que, sin ser reveladas formalmente, tienen con las verdades reveladas íntima conexión, Si la Iglesia no fuese infalible acerca de estas verdades, no podría conservar fielmente el depósito de la revelación. Por tanto, la Iglesia puede fallar, sin incurrir en error: Sobre las conclusiones teológicas, es decir, sobre las verdades que se deducen, de la revelación por medio de un raciocinio. Sobre los hechos dogmáticos, por ejemplo, la autenticidad de los Libros Santos, la legitimidad de los concilios. Sobre los textos dogmáticos de origen humano, es decir, sobre el sentido natural de las palabras que expresan la verdad o el error. Sobre la santidad de los difuntos canonizados. Sobre los estatutos de las órdenes religiosas, sobre la disciplina general, sobre la liturgia. Sobre los puntos de la ciencia humana que se relacionan con el dogma.

¿Cómo ejerce la Iglesia su infalibilidad?
De dos modos: uno ordinario y cotidiano, que consiste en la predicación unánime y constante de los pastores de la Iglesia, y en la prescripción de las prácticas del culto que suponen la o creencia en los dogmas; otro extraordinario y solemne, que consiste en las definiciones de los Papas y de los concilios.

¿En quién reside la infalibilidad de la Iglesia?
Reside o en el cuerpo episcopal unido al Sumo Pontífice, o en el Sumo Pontífice solo cuando habla ex cátedra.

¿Por quién ha sido negada la infalibilidad de la Iglesia?
Por los protestantes, qua pretenden que la lectura de la Biblia basta a cada fiel para llegar al conocimiento cierto de las verdades de la fe.

¿Cuál es la obligación del cristiano tocante a las verdades enseñadas por la Iglesia?
Debe asentir a ellas sin reserva, con una fe llena de amor.

¿Qué conducta se debe seguir en lo referente a las controversias en materia de fe?
Se ha de huir de las novedades y recibir con humilde y filial docilidad las decisiones de la Iglesia y de sus Pontífices. “Ateneos en todo a lo que es de fe; huid de las novedades; seguid la tradición de la Iglesia; no recibáis sino lo que ella recibe; condenad lo que ella condena; aprobad lo que ella aprueba, tanto por los concilios como por los Sumos Pontífices; prestadle en toda pronta y perfecta obediencia” (S. J. B DE LA SALLE).

Caracteres de la Iglesia

Naturaleza de estos caracteres

¿Ha instituido Jesucristo varias Iglesias?
Jesucristo ha instituido una sola Iglesia. “Tú eres Pedro; y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mat., XVI, 18)

¿Pues no hay varias sociedades religiosas que reclaman cada una para sí el honor de ser la verdadera Iglesia de Jesucristo?
Sí: la Iglesia romana y otras muchas, de las que unas llevan el nombre común de Iglesias protestantes, y las otras el de Iglesia griega.

¿Es necesario que entre estas sociedades religiosas se pueda discernir cuál es la verdadera Iglesia de Jesucristo?
Sí, porque los hombres no pueden salvarse fuera de la verdadera Iglesia.

¿Cómo se puede discernir la verdadera Iglesia de Jesucristo?
Por medio de los caracteres distintivos o notas con que Jesucristo ha provisto a su Iglesia.

¿Cuáles son estos caracteres?
Los que profesamos en el Símbolo de Nicea, a saber: unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad.

¿Son estos caracteres necesarios a la verdadera Iglesia?
Sí:
1º porque poseyéndolos Jesucristo en cuanto Cabeza de la Iglesia, deben hallarse en su Iglesia, que es una misma cosa con Él;
2º porque la Iglesia no se concibe sin estos caracteres.

¿Cómo se hallan en Jesucristo los mismos caracteres que en su Iglesia?
1º Como Dios, es uno con el Padre y el Espíritu Santo. Como Hombre-Dios, une en sí en la unidad de persona la naturaleza divina y la naturaleza humana.
2º Es la misma santidad, el origen de toda santidad.
3º Es la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Juan I, 9). Ha muerto por todos, para la salvación de todos (I Tim., II, 4)
4º Es el Apóstol por excelencia; ha sido enviado por su Padre, y ha enviado Él mismo a sus Apóstoles para enseñar y bautizar a todas las gentes (Mat., XXVIII, 19)

¿Por qué no se concibe la Iglesia sin estos caracteres?
Porque:
1º Si la Iglesia no fuese una, no sería verdadera, pues la unidad es carácter distintivo de la verdad.
2º Si la Iglesia no fuese santa, sería impropia para cumplir su misión, que es santificar a los hombres.
3º Si no fuese católica, si no se acomodase a todas las razas, países y gobiernos, no podría ofrecer a todos los hombres, como quiere Jesucristo, medios de salvación.
4º Si no fuera apostólica, es decir fundada en los Apóstoles, no provendría de Jesucristo ni por su doctrina ni por su misión.

Unidad

¿Qué se requiere para que la Iglesia de Jesucristo posea la unidad?
Se requiere que todos los fieles:
1º profesen una sola y misma fe;
2º observen una sola y misma ley, y participen de los mismos sacramentos;
3º estén sometidos a una sola y misma autoridad suprema, que tiene por misión conservar a la Iglesia una e invariable en cuanto la constituye esencialmente. “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Efes., IV, 5)

¿Posee la Iglesia romana la unidad?
Sí, porque:
1º todos sus hijos profesan el mismo Credo;
2º todos reconocen los mismos mandamientos de Dios y de la Iglesia, y reciben la vida de los mismos sacramentos;
3º todos obedecen a la misma autoridad suprema, que es el Papa.

¿Ha sido siempre la Iglesia romana invariable en su doctrina?
La Iglesia romana no ha variado nunca en su doctrina; profesa hoy día la misma que ha profesado en todos los siglos pasados: su fe es la de los Apóstoles.

¿Cómo ha mantenido la Iglesia romana su unidad invariable?
Rechazando sin contemplación alguna de su seno a todos los enemigos obstinados de su unidad, herejes y cismáticos. “Al que no escuche a la Iglesia, tenlo por gentil y publicano” (Mat., XVIII, 17) – “Huye del hereje” (Tito III, 10)

¿Cuál es el principio fundamental de la Iglesia para mantenerse invariable en la fe?
Que no se debe innovar nada, y que se ha de tener como de fe lo que en la Iglesia se ha creído en todas partes, siempre y por todos.

¿No ha introducido la Iglesia algunas veces dogmas nuevos, por ejemplo, el de la Inmaculada Concepción y el de la Infalibilidad Pontificia?
Estos dogmas no son nuevos: se hallan en la Sagrada Escritura y en la Tradición, y la Iglesia no ha hecho más que declararlos y proclamarlos en el momento oportuno.

Entonces, ¿cómo se explica la diversidad de opiniones que en algunos puntos hay entre los teólogos católicos?
Teniendo en cuenta que esas opiniones no tienen por objeto la sustancia de la fe, los dogmas revelados y definidos, sino solamente algunos puntos sobre los cuales la Iglesia no ha dado su fallo. “La Iglesia quiere en las cosas necesarias a unidad; en las dudosas, deja la libertad, y en todas, recomienda la caridad.” (S. AGUSTÍN)

Santidad

¿Qué se requiere para que la Iglesia sea santa?
Se requiere:
1º que no reconozca otro fundador que al mismo. Jesucristo, el Santo de los santos;
2º que en su doctrina, en sus sacramentos y en sus leyes, proponga a los hombres los medios más perfectos de santificación;
3º que haga realmente virtuosos a los que guardan sus mandamientos, y santos emi­nentes a los que siguen sus consejos;
4º que por las obras extraordinarias de celo y caridad, y por los milagros que se hagan en su seno, manifieste que Dios está con ella. “Jesucristo amó a su Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla…, para presentársela a sí mismo Iglesia gloriosa, que no tenga mancha ni arruga, ni cosa semejante, sino que sea santa y sin mancilla” (Efs., V, 20-27)

¿Es la Iglesia romana Santa en su fundador?
Sí, porque no admite por fundador sino al Santo de los santos, al hijo de Dios hecho hombre, mientras que otras sectas disidentes se refieren por su origen, y muchas por su nombre, a hombres posteriores a Jesucristo, como Focio, Miguel Cerulario, Lutero, Calvino, Enrique VIII, cuyo carácter y conducta no son nada recomendables.

¿Es la Iglesia romana santa en su doctrina?
Sí, porque en sus dogmas, en sus preceptos morales y en su culto y disciplina todo es propio para apartar del mal y hacer practicar las más subidas virtudes.

¿Cuáles son los efectos de esta doctrina?
Todos los que han observado sus mandamientos han sido buenos y virtuosos, y los que han seguido sus consejos han brillado con el resplandor de una eminente santidad.

¿Se ha manifestado por obras extraordinarias la santidad de la Iglesia romana?
Sí:
1º por la maravillosa conversión de los paganos de los primeros siglos, de los bárbaros de la edad media, y de muchos otros pueblos infieles;
2º por loa innumerables milagros que, desde los Apóstoles hasta el día de hoy, se han obrado en su seno.

¿Qué ha hecho la Iglesia para implantar en el mundo la verdadera civilización?
Ha regenerado la familia y la sociedad.

¿Cómo ha regenerado la familia?
Aboliendo la poligamia y el divorcio, y haciendo a la mujer la compañera del hombre y la reina del hogar, y al niño una cosa sagrada.

¿Cómo ha regenerado la sociedad?
Suprimiendo progresivamente la esclavitud, imponiendo a los soberanos la obligación de gobernar paternalmente a sus pueblos, y a los pueblos la obligación de obedecer fielmente a los soberanos, como a depositarios de la autoridad de Dios.

¿Ha contribuido la Iglesia constantemente al progreso de la humanidad?
Sí:
1º Al progreso material, rehabilitando el trabajo manual, exclusivamente reservado en la antigüedad a los esclavos, y difundiendo los verdaderos principios de la economía política.
2º Al progreso intelectual, por la fundación de universidades y escuelas de primeras letras, y por la protección dispensada a los sabios.
3º Al progreso artístico, por tantas obras maestras de arquitectura, escultura, pintura, música y poesía, creadas por los artistas católicos.

¿Qué ha hecho la Iglesia por los pobres?
Ha inspirado el respeto y la caridad que les son debidos, como también la fundación de los innumerables establecimientos donde hallan refugio los niños abandonados, los huérfanos, los enfermos y los ancianos, establecimientos que el paganismo no conoció jamás.

Catolicidad

¿Qué se requiere para que la Iglesia sea católica?
Se requiere:
1º que se halle extendida simultáneamente y siempre por la mayor parte de los países conocidos;
2º que exceda por su difusión a las sectas heréticas y cismáticas;
3º que tenga una fuerza expansiva universal. Pues en la Iglesia y por la Iglesia debe Jesucristo “bendecir a todas las naciones de la tierra” (Gen., XXII, 18) recibir en herencia todas las naciones de la tierra (Salmo II, 8), y dominar de un mar a otro (Salmo LXXI, 8); en ella y por ella, desde la salida a la puesta del Sol el nombre del Señor será grande entre las gentes, y en todo lugar se sacrificará y se ofrecerá a su nombre una oblación pura” (Malaq., I, 11). “La Iglesia es la montaña alta que ha de henchir toda la tierra, el reino celestial suscitado por Dios, que subsistirá eternamente (Dan., II, 35, 44). “La Iglesia es la encargada de predicar el Evangelio por todo el mundo (Mat., XXIV, 14) y la que ha de servir de testigo a Jesucristo hasta las extremidades de la tierra” (Hech., I, 8)

¿Posee la Iglesia romana la catolicidad?
Tan esencial le es este carácter que de él ha tomado su nombre. “Se la llama católica, decía San Cirilo, porque ella sola tiene el privilegio de ser conocida en todo el universo, y de tener súbditos en todas las partes del mundo.” En sus principios la Iglesia no podía hallarse extendida por la mayor parte de los países conocidos; pero ya poseía este principio de difusión que está en ella radical y fundamentalmente, como el árbol en la simiente. Desde que fue establecida por los Apóstoles en el mundo entero, no ha cesado de hacer oír su voz y de aventajar en número a todas las sectas disidentes, aun tomadas colectivamente. “Es semejante, dice Jesucristo, a un grano de mostaza…, la más pequeña de todas las semillas…, y que llega a ser más grande que todas las plantas.” (Marc., IV, 31, 32)

Apostolicidad

¿Qué se requiere para que la Iglesia sea apostólica?
Se requiere:
1º que no cese de enseñar la doctrina de los Apóstoles;
2º que la misión de los pastores que la enseñen y gobiernen proceda siempre y sin interrupción de los Apóstoles, con el consentimiento del sucesor de Pedro, centro y cabeza de la Iglesia. “Como mi Padre me envió, así os envío también a vosotros” (Juan XX, 21) – “Quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que sube por otra parte, el tal es un ladrón y salteador” (Juan X, 1)

¿Posee la Iglesia romana la apostolicidad?
Sí, pues,
1º nunca ha enseñado otra doctrina que la de los Apóstoles;
2º su misión proviene de Jesucristo por los Apóstoles, pues los doscientos sesenta y dos Papas que han ocupado la sede de Roma, son sucesores del Apóstol San Pedro, y todas las demás sedes episcopales han sido fundadas o por los Apóstoles en unión con San Pedro, o por los Papas herederos de Pedro.

Divinidad de la Iglesia romana

¿Es divina la Iglesia romana?
Sí, porque sus caracteres, su propagación y su admirable estabilidad, son milagros que atestiguan que es una creación de Dios en el orden sobrenatural.

¿Por qué los caracteres de la Iglesia son milagros?
Porque es imposible explicarlos naturalmente. Fuera de la Iglesia romana, en ninguna parte se halla una sociedad religiosa que lleve ya cerca de veinte siglos de existencia, subsista una e invariable en su enseñanza, fecunda en héroes de santidad y en prodigios extraordinarios, y se extienda a todos los lugares, gobernada por una dinastía incomparable de pontífices que, juntamente con la autoridad doctrinal, perpetúan la autoridad de que emana todo poder religioso.

¿Por qué la propagación de la Iglesia es un milagro?
Porque es imposible explicar que sin el socorro de la omnipotencia divina, unos cuantos hombres sin fortuna, sin elocuencia, sin instrucción alguna casi todos, que predicaban unos dogmas incomprensibles, una moral austera, y la adoración y el amor a un crucificado, y tenían en contra suya a todos los poderes humanos, hayan podido fundar un reino espiritual que hoy en día cuenta con casi trescientos millones de súbditos.

¿Por qué es un milagro la estabilidad de la Iglesia?
Porque es imposible explicar que sin intervención constante de Dios, la Iglesia, perseguida sin cesar, y sin más armas que la palabra, haya triunfado siempre de sus enemigos y quede en pie, cuando en derredor suyo todo pasa y se derrumba. “La Iglesia lleva señales visibles de su origen celestial. Su admirable propagación, su eminente santidad, su inagotable fecundidad para el bien, su unidad católica y su inmutable estabilidad, son un poderoso y perpetuo argumento de credibilidad, testimonio irrefutable de su misión divina.” (Conc. Del Vaticano I. Const. Dei Filius cap. III)

Falta de estos caracteres en las Iglesias disidente

El protestantismo

¿Posee el protestantismo la unidad?
No: el libre examen debía ocasionar y ha ocasionado realmente, entre los protestantes, divisiones e innumerables variaciones en la doctrina. Se hallan divididos en multitud de sectas que no tienen vínculo alguno entre sí, a no ser el odio a la Iglesia católica.

¿Posee el protestantismo la santidad?
El protestantismo no posee la santidad ni en sus fundadores ni en su doctrina ni en sus resultados.
1º En sus fundadores. Lutero, Calvino, Zuinglio, etc. se han distinguido por toda clase de vicios.
2º En su doctrina. Ha rechazado los más poderosos medios de santificación: la abstinencia; el ayuno, las mortificaciones, los votos religiosos, el culto de la Santísima Virgen y de los santos, la confesión, la comunión, etc.
3º En sus resultados. En elprotestantismo, la acción del Espíritu Santo no se ha manifestado nunca por las virtudes heroicas que hacen santos a los que las practican, ni por un celo puro, constante e invencible en propagar la fe, ni por medio de milagros. El protestantismo no sólo no ha hecho nada por la civilización, sino que la ha estorbado. En el siglo XVI, cubrió a Europa de sangre y de ruinas; y desde hace dos siglos, es el auxiliar de las sectas masónicas, que son las causantes de una multitud de desórdenes y revoluciones.

¿Posee el protestantismo la catolicidad?
No, porque el protestantismo, desde que apareció en el siglo XVI, no ha sido nunca una religión una invariable, extendida por doquiera. Cada secta principal se halla casi exclusivamente circunscrita a un lugar determinado: los luteranos en Alemania, los calvinistas en Ginebra y Francia, los anglicanos en Inglaterra, los presbiterianos en Escocia, los mormones en América, etc. El protestantismo es radicalmente impotente para formar una sociedad universal, cuyos miembros estén todos unidos entre sí.

¿Posee el protestantismo la apostolicidad?
No, porque,
1º ha abandonado desde el principio gran parte de la doctrina de los Apóstoles;
2º tiene un origen puramente humano y no apostólico: sus ministros no tienen ninguna misión legítima, y no pueden decir que son enviados por los Apóstoles y sus sucesores para enseñar y bautizar a las gentes.

La Iglesia griega

¿Posee la Iglesia griega la unidad?
No, porque en realidad no forma una sola Iglesia. El cisma griego está dividido en Iglesias independientes, sin vínculo entre sí, sin autoridad suprema para juzgar en última instancia sobre las materias de doctrina o disciplina.

¿Posee la Iglesia griega la santidad?
La Iglesia griega no posee la santidad ni en sus fundadores ni en sus resultados.
1º En sus fundadores. Focio y Miguel Cerulario no se sepa­raron de la Iglesia romana sino para satisfacer su ambición y su insaciable deseo de dominar.
2º En sus resultados. La tierra en que florecieron San Cirilo, San Juan Crisóstomo, San Gregorio Nacianceno y San Basilio, se ha vuelto estéril en santos y en obras grandes, y los milagros no manifiestan ya en ella la asistencia divina. El clero, mal preparado a sus funciones, vive en un estado de abyección y envilecimiento que le quita por parte del pueblo toda la consideración e influencia de que tendría necesidad para informarlo en la práctica del Evangelio.

¿Posee la Iglesia griega la catolicidad?
No, porque se halla reducida a una parte del Oriente, princi­palmente Grecia, Rusia y Turquía.­

¿Posee la Iglesia griega la apostolicidad?
No, porque,
1º ha abandonado la doctrina de los Apóstoles sobre la procesión del Espíritu Santo y sobre la supremacía de los sucesores de San Pedro;
2º desde que ha cesado de estar en comunión con el sucesor de Pedro, sus pastores han perdido toda, misión y toda jurisdicción, y han cesado de ser los legítimos herederos de los Apóstoles.

Respuesta a algunas objeciones contra la Iglesia romana

Ciertos escándalos y desórdenes mencionados por la historia, ¿no aminoran la santidad de la Iglesia católica?
No:
1º Porque en la Iglesia romana, el mal no proviene de su doctrina, como sucede en las sectas heréticas, sino solamente del abuso de la libertad y de la infidelidad a la gracia.
2º Porque la Iglesia es la primera en condenar y reprimir en cuanto puede, los vicios que se introducen entre sus miembros.
3º Porque la protección incesante de Dios a su Iglesia, aun en medio de los escándalos y desórdenes, prueba que la Iglesia nunca ha perdido el carácter de santidad que le imprimió Jesucristo; pues junto con los abusos, desórdenes y profanaciones, que por cierto se exageran considerablemente, existe el bien, que no se tiene en cuenta y que siempre ha superado al mal. “Tu ojo malévolo no ve más que la paja en nuestra casa; si quieres ser de los nuestros, pronto verás también el trigo” (S. AGUSTÍN)

¿No ha habido papas escandalosos?
Tres o cuatro, que habiendo vivido en épocas calamitosas, son un borrón en la historia del Papado; pero ha de tenerse muy en cuenta que ninguno de esos Papas han enseñado ni instituido cosa alguna atentatoria a la santidad de la Iglesia.

¿No se acusa a la Iglesia romana de intolerante?
Si por intolerancia se entiende la proscripción del error, la Iglesia es intolerante, y debe serlo: sino, no sería la Iglesia del que dijo a Pilatos: “Yo he nacido y venido al mundo para dar testimonio de la verdad” (Juan XVIII, 37). Mas si por intolerancia se entiende la falta de mansedumbre y caridad con los que están sumidos en el error, la Iglesia nunca ha sido intolerante: ha sido perseguida y ha sufrido con paciencia la persecución; pero ella no ha perseguido nunca a nadie. “Matad el error; pero amad a los extraviados” (S. AGUSTÍN).

¿Pues no se aducen algunos hechos que podrían probar la intolerancia de la Iglesia aun con las personas?
Los enemigos de la Iglesia alegan principalmente contra ella la Inquisición, la guerra de los Albigenses, las guerras religiosas del siglo XVI y la noche de San Bartolomé; pero la historia imparcial ha dado buena cuenta hace ya mucho tiempo de esas acusaciones.
1 º La Inquisición. Todo pueblo católico, para mantenerse en la verdad y conservar la unidad nacional, puede y debe castigar rigurosamente a los turbulentos que pretendan introducir el cisma o la herejía. Esto es lo que precisamente ocurría en la edad media. Mas para entender en el crimen de herejía, para juzgar a los herejes y, en caso de pertinacia, entregarlos a la autoridad secular, se requería un tribunal compuesto de teólogos. Eso era la Inquisición. Los horrores que se le imputan, son pura invención totalmente contraria a la verdad. En los pueblos que la adoptaron, cumplió su misión, con más equidad e indulgencia que pudiera haberlo hecho cualquier tribunal civil. La Inquisición romana en particular fue modelo de suavidad. La Inquisición española dependía del poder real, y sería injusto hacer a la Iglesia responsable de todos sus actos. Además, ha sido muy calumniada. Por otra parte, dispensó a España el inapreciable servicio de salvar su nacionalidad, amenazada por los Judíos y los Moros, y de preservarla de las sangrientas guerras que, durante el siglo XVI, devastaron todo el resto de Europa.
2º Los Albigenses. Los Albigenses cometían toda suerte de atropellos y crueldades contra los católicos, en los estados del conde de Tolosa. La cruzada ordenada contra ellos por Inocencio III, después de agotados todos los medios pacíficos, no fue más que un acto de legítima defensa de la sociedad cristiana. Si los cruzados no siguieron en toda ocasión las recomendaciones de clemencia y moderación de Inocencio nI, no se ha de culpar por ello al Sumo Pontífice.
3º Las guerras de religión en el siglo XVI. Estas guerras fueron suscitadas por los protestantes que cubrieron a Europa de ruinas y de sangre. Si los gobiernos católicos los hubieran vencido desde el principio, el mundo moderno se habría librado de muchos males.
4º La noche de San Bartolomé. El proyecto de los hugonotes, dueños de París, era secuestrar a Carlos IX e implantar en Francia un Estado calvinista. Carlos IX frustró su conspiración, ordenando su matanza. Pero él clero francés; lejos de coadyuvar a tan odioso medió de defensa, intervino en muchos sitios para salvada vida de los hugonotes.

¿Acaso no fue un abuso de su poder, el que en la Edad Media, los Papas depusieran a los reyes?
Los Papas, como custodios de la fe y la moral, tienen el derecho de intervenir en los asuntos políticos. Además, durante la Edad media, al ejercer este derecho, obraban según el deseo de los pueblos, y salvaron a Europa del despotismo y la barbarie.

¿No se manifestó la Iglesia hostil a la ciencia condenando a Galileo?
La Iglesia no ha cesado nunca, desde su origen, de favorecer las ciencias, las letras y las artes, y de honrar y recompensar a sabios, poetas y artistas: la instrucción popular es obra suya: ella fundó las universidades de la Edad media, o las enriqueció de privilegios. Por tanto, si el Santo Oficio condenó a Galileo, no fue a causa de su ciencia. Si el ilustre sabio no se hubiera salido del terreno de la pura ciencia, le hubieran dejado tan tranquilo como al cardenal Nicolás de Cusa y al canónigo Copérnico, que antes que él, enseñaron la rotación de la tierra. Mas Galileo, para defenderse mejor de los sabios contemporáneos suyos, que se apoyaban en la Sagrada Escritura, sostuvo que las afirmaciones de los Libros Santos tomadas en su sentido natural o propio, podían ser falsas, y lo eran realmente. Era aquella, precisamente la época en que el libre examen protestante transformaba a su sabor el sentido literal de la Biblia en sentido figurado, para mutilar la doctrina cristiana.

¿No fue Galileo puesto en el tormento y tratado como un criminal?
Cuanto se ha dicho acerca de los malos tratamientos sufridos por Galileo, es pura fábula; pues se le trató con mucha consideración. Antes de su condenación había sido pensionado por el Papa Urbano VIII, y siempre tuvo muchos amigos entre los cardenales y los sabios religiosos de su época.

Y el Syllabus, ¿no es una prueba de que la Iglesia es enemiga irreconciliable de la libertad, el progreso y la civilización?
La libertad que la Iglesia condena en el Syllabus es el pretendido derecho de no obedecer a nadie y de no depender sino da sí mismo. El progreso que proscribe la Iglesia, es la tendencia a la soberanía individual por la destrucción de toda autoridad divina y humana. La civilización por la Iglesia rechazada, es el triunfo de la rebelión de la razón contra Dios, y de los sentidos contra la razón: el imperio de la apostasía y del desenfreno. La Iglesia declara que la libertad “debe moverse en la esfera de la verdad y del bien” (S.S. León XIII Encíclica Inmortale Dei); que la libertad de pensar mal y de obrar mal es una libertad de perdición; que no hay progreso y civilización sin obediencia a la autoridad de Dios y a todo poder que emana de Dios.

Pero con no hablar más que del cielo y la bienaventuranza eterna, ¿no mueve la Iglesia a las sociedades a despreciar y descuidar la prosperidad material?
La misión de la Iglesia, su fin propio y especial, es conducir­nos a todos a la eterna bienaventuranza. Por consiguiente, debe recordar incesantemente a los hombres, demasiado inclinado a olvidar su último fin, esta verdad: “Buscad, pues, primera­mente el reino de Dios y su justicia” (Mat., VI, 33)

¿Acaso esta predicación no es un obstáculo para la prosperidad material?
Ni mucho menos. Buscando ante todas las cosas el reino de Dios y su justicia, hallamos la prosperidad por añadidura; porque un pueblo es tanto más rico, cuanto más laborioso y económico es, y la riqueza está tanto mejor repartida, cuanto más justicia y caridad hay entre los hombres. Pues bien, el trabajo y la economía, la justicia y la caridad son virtudes que la Iglesia no cesa de recomendar (Encíclica de S.S. León XIII sobre la Condición de los Obreros). Por eso, las naciones en que ha reinado verdaderamente la fe católica, han sido siempre las más prospe­ (Encíclica de S.S. León XIII sobre la Condición de los Obreros). Por eso, las naciones en que ha reinado verdaderamente la fe católica, han sido siempre las más prospe­ridad.

Si así es, ¿por qué las naciones en que domina el catolicismo son a veces menos prósperas que algunas naciones protestantes y cismáticas?
La Iglesia romana había civilizado al mundo antes de la aparición del cisma griego y del protestantismo. Después de su aparición, los pueblos católicos no han dejado de gozar de gran prosperidad, sobre todo en las épocas en que la religión ha estado floreciente en ellos. Luego la decadencia o inferioridad de algunos de ellos no se ha de atribuir al catolicismo, sino a otras causas.

¿Cuáles pudieran ser estas causas?
La principal es el espíritu revolucionario, caracterizado por el desprecio de la autoridad: desprecio de la autoridad divina, desprecio de la autoridad política, desprecio de la autoridad paterna. Las naciones en que domina la herejía o el cisma, Inglaterra, Holanda, Alemania, América del Norte, Rusia, han conservado del catolicismo, en sus instituciones y costumbres, el descanso dominical, la oración pública, el respeto del Santo Nombre de Dios, el respeto de la autoridad, lo que las hace estables y prósperas. En este sentido son católicas, al paso que los gobiernos de casi todos los países católicos son protestantes o masones.

¿Por qué condena la Iglesia la sociedad de los masones, fundada, según ellos dicen, para la felicidad de los pueblos?
Porque con el hipócrita disfraz de la filantropía, esta secta tenebrosa es la reunión de todas las impiedades, crímenes e infamias de las sectas anteriores (Gregorio XVI); porque es la sinagoga de Satanás (Pío IX); porque su designio es reemplazar el cristianismo por el naturalismo, la moral católica por la mal llamada moral independiente, el progreso del espíritu por el progreso de la materia, la escuela, la ciencia y las artes cristianas por un realismo abyecto (S.S. León XIII carta al pueblo italiano obre la masonería); porque los sectarios de la masonería son aquellos hombres perversos contra los que los Apóstoles avisaban a los fieles que se previnieran. (S.S. León XIII carta al pueblo italiano obre la masonería); porque los sectarios de la masonería son aquellos hombres perversos contra los que los Apóstoles avisaban a los fieles que se previnieran.

La perpetua hostilidad de que ha sido objeto la Iglesia, ¿no es una prueba de que su enseñanza repugna a la razón?
No, porque si su enseñanza y sus leyes no satisficiesen las necesidades y las aspiraciones de nuestra naturaleza, la Iglesia no habría hallado siempre y en todas partes, en lo más sano de la humanidad, el amor ardiente y generoso de que ha sido objeto.

Entonces, ¿por qué se odia y persigue tan encarnizada mente a la Iglesia? La Iglesia no es odiada y perseguida sino porque condena el orgullo, las pasiones sensuales y todas las injusticias. La Iglesia no es odiada y perseguida sino porque es la verdadera Iglesia de Jesucristo, que habiéndola hecho a su imagen y semejanza, es odiado y perseguido en ella, como lo fue durante su vida terrena. “Si me han perseguido a mí, también os han de perseguir a vosotros.” (Juan XV, 20)

Constitución de la Iglesia

¿Qué hay que considerar en la constitución de la Iglesia?
Como la Iglesia es una sociedad, hay que considerar en ella:
1º el cuerpo social;
2º el principio de vida que anima al cuerpo, es decir, la autoridad.

El cuerpo social en la Iglesia

Los pastores de la Iglesia

¿Cuál es el pastor supremo de la Iglesia?
Nuestro Santísimo Padre, el Papa.

¿Quién es el Papa?
El vicario de Jesucristo, sucesor de San Pedro, la cabeza visible de la Iglesia.

¿Cuál es la cabeza invisible de la Iglesia?
La cabeza invisible de la Iglesia es Nuestro Señor Jesucristo, que está incesantemente en ella para dirigirla y asistirla. “El Padre le ha constituido cabeza de toda la Iglesia”(Ef., I, 2)

¿Necesita también la iglesia una cabeza visible?
Sí, porque es una sociedad visible.

¿Qué se entiende diciendo que el Papa es el Vicario de Jesucristo?
Que es su lugarteniente y lo representa en la tierra.

¿Qué se entiende diciendo que es el sucesor de la San Pedro?
Que ha heredado la autoridad de San Pedro, cabeza de los Apóstoles, y jerarca supremo de la Iglesia universal.

¿Por qué es el Papa el sucesor de San Pedro?
Porque es el obispo de la Iglesia de Roma. San Pedro fue el fundador y el primer obispo de la Iglesia de Roma; y en la ciudad de Roma estableció la sede del gobierno de la Iglesia universal. Por eso, los obispos de Roma, son los sucesores legítimos de San Pedro, y los herederos de toda su autoridad.

¿Qué otros nombres se dan al Papá?
Llámase también Padre Santo, porque es el padre común de los pastores y de los fieles; Sumo Pontífice, porque es el Príncipe de los pontífices, el obispo de los obispos; Patriarca ecuménico, o universal, porque su poder es mayor que el de todos los demás.

¿De quién recibe el Papa su poder espiritual?
Recíbelo inmediatamente de Jesucristo.

¿Quiénes son los cooperadores del Papa en el gobierno de la Iglesia?
Principalmente los cardenales, cuya corporación recibe el nombre de Sacro Colegio.

¿Cuál es la importancia de la dignidad cardenalicia?
1º Es la más elevada en la Iglesia, después de la del Sumo Pontífice.
2º Los cardenales son los consejeros del Papa.
3º Están encargados de las diversas congregaciones romanas que, a las órdenes del Papa, se reparten los asuntos del gobierno de la Iglesia.
4º A la muerte del Papa despachan los negocios urgentes que se refieren al gobierno de la Iglesia, y administran el dominio de San Pedro.
5º A ellos solos pertenece en la actualidad el derecho de elegir al nuevo Papa.
6º Entre ellos se le elige ordinariamente.

¿Quiénes son después del Papa los pastores legítimos de la Iglesia?
Los obispos canónicamente instituidos.

¿Quiénes son los obispos?
Los obispos son los sucesores de los Apóstoles, encargados por el Espíritu Santo del gobierno espiritual de las diócesis, bajo la autoridad del Papa.

¿Por qué son los obispos los sucesores de los Apóstoles?
Porque la misión de enseñar a todas las gentes hasta la consumación de los siglos, que recibieron los Apóstoles, debía transmitirse a hombres revestidos del mismo carácter y de la misma autoridad.

¿Qué se entiende por obispos canónicamente instituidos?
Aquellos a quienes el Sumo Pontífice ha encomendado el gobierno de una diócesis.

¿Luego de solo el Papa reciben los obispos el poder de gobernar sus diócesis?
Sí: a solo él Papa, y sólo él tiene derecho de deponerlos de sus sedes. Los gobiernos a quienes la Santa Sede ha concedido el privilegio de proponer los individuos para el episcopado no hacen más que presentarlos al Papa a fin de que él los elija; pero no les confieren ninguna jurisdicción espiritual ni les pueden quitar sus poderes.

¿Son todos los obispos iguales entre sí?
Todos, son iguales en cuanto al carácter, pues todos poseen la plenitud del sacerdocio; pero ciertas sedes episcopales llevan anejos títulos que o son meramente honoríficos, o dan derecho a jurisdicción más extensa.

¿Cuáles son esos títulos?
Los de arzobispo o metropolitano, primado y patriarca.

¿Qué obispos se llaman arzobispos o metropolitanos?
Los obispos que están al frente no sólo de una diócesis, sino de toda una provincia eclesiástica, cuyos obispos se llaman sufragáneos del arzobispo.

¿Cuáles son los principales derechos de los arzobispos?
Los siguientes:
1º convocar y presidir los concilios de su provincia eclesiástica;
2º juzgar en ella las causas en apelación;
3º hacer la visita pastoral en las diócesis sufragáneas, cuando concurran algunas circunstancias que señala el derecho;
4º llevar el palio en las diócesis de que son metropolitanos.

¿Qué se entiende por primados?
Los obispos cuya autoridad se extiende a todos los arzobispos y obispos de un reino o comarca determinada.

¿Qué se entiende por patriarcas?
Los obispos cuya jurisdicción, superior a la de los arzobispos y primados, se extiende a todo un pueblo o a una región muy extensa.

¿Ejercen jurisdicción todos los patriarcas y primados?
Hoy día no suelen tener más que cierta primacía de honor, y en cuanto patriarcas o primados, no tienen jurisdicción propiamente dicha. Así, el primado de España, que es el arzobispo de Toledo, no tiene jurisdicción alguna sobre las demás diócesis del Reino.

¿Qué se entiende por obispos titulares? Aquellos obispos a quienes el Papa da el título de Iglesias antes florecientes, que se hallan en países que han vuelto a caer en la infidelidad.

¿Qué se entiende por vicarios apostólicos?
Los obispos titulares que, en virtud de la misión que reciben del Papa, gobiernan a cristianos en países infieles.

¿Qué se entiende por legados?
Los prelados enviados por el Papa para representarlo y ejercer en su lugar la jurisdicción, donde él no puede ir en persona.

¿Qué se entiende por prefectos apostólicos?
Los prelados misioneros de países infieles que puede conferir las órdenes menores, administrar el sacramento de la confirmación, y ejercer cierta jurisdicción eclesiástica.

¿Qué se entiende por abades?
Los superiores de los monasterios erigidos en abadías. Pueden conferir las órdenes menores a sus súbditos, oficiar de pontifical, etc,.

¿Cuáles son los auxiliares de los obispos en el gobierno de las diócesis?
El cabildo catedral, el provisor y el secretario de cámara, según los casos.

¿Qué se entiende por canónigos?
Los sacerdotes que componen el cabildo catedral. Son los consejeros del obispo, para ciertos asuntos, y tienen oficialmente encomendada la divina salmodia.

¿Cuáles son los Principales derechos de los cabildos catedrales?
Los siguientes:
1º asistir al obispo cuando oficia de pontifical;
2º seguirle inmediatamente en dignidad en los actos públicos;
3º cuando la sede queda vacante por muerte del obispo, ejercer la jurisdicción ordinaria, con obligación de nombrar, en el plazo de ocho días, el vicario capitular que ha de administrar la diócesis hasta que el sucesor haya tomado posesión.

¿Cuáles son los pastores de segundo orden?
Los curas o párrocos, a quienes, bajo la autoridad de los obis­pos, está encomendado el gobierno de las parroquias.

¿Por qué se llaman los curas cooperadores de los obispos?
Porque, como ellos, son ministros de la salvación de las almas.

¿De quién reciben inmediatamente los curas sus poderes?
Recíbenlos inmediatamente de los obispos.

¿Pueden los curas tener auxiliares?
Cuando la parroquia es muy extensa, los curas tienen por auxiliares a otros sacerdotes, llamados coadjutores.

¿Son los curas los únicos cooperadores de los obispos?
No: todos los sacerdotes encargados de algún ministerio relacionado con la salvación de las almas, como los capellanes, son también cooperadores de los obispos.

Poder de jurisdicción

¿Basta ser obispo o sacerdote para ser legítimo pastor?
No: además se requiere haber recibido del Papa el cargo de la diócesis, o del obispo, el de la parroquia. En otros términos, además del poder de orden, se necesita el poder de jurisdicción.

¿Qué es el poder de orden?
El poder de orden es el que se confiere al obispo por la consagración episcopal, al sacerdote por la ordenación, y así en las órdenes inferiores.

¿Qué es el poder de jurisdicción?
La potestad pública de regir o gobernar a los fieles en orden a la bienaventuranza eterna.

¿Qué determina el poder de jurisdicción?
Determina con toda precisión el territorio, las cosas y las personas sobre que los obispos y los sacerdotes han de ejercer su ministerio.

¿De quién reciben los sacerdotes el poder de jurisdicción?
Del obispo de la diócesis.

¿Y los obispos?
Del Papa.

¿Y el Papa?
De Jesucristo, Hijo de Dios, hecho Hombre.

¿Qué sería el obispo que no hubiese recibido del Papa poderes espirituales?
Sería un obispo intruso o cismático.

¿Y el cura que no hubiese recibido los poderes del obispo legítimo?
Un cura intruso o cismático.

¿Se han dado alguna vez intrusiones de este género?
Sí: particularmente en Francia, cuando los obispos y sacerdotes, que durante la Revolución prestaron juramento a la constitución civil del clero, ejercieron su ministerio contra la prohibición del Papa.

¿Se pueden recibir los sacramentos administrados por un pastor intruso?
No: excepto la absolución, cuando, en caso de enfermedad mortal, no se tiene a mano un ministro digno, y se puede hacer sin escándalo. ^

Los fieles

¿Cómo se llaman los cristianos que no son pastores en la Iglesia?
Llámanse fieles legos o simplemente fieles.

¿Participan los fieles de la autoridad eclesiástica?
No tienen parte alguna en ella; pero pueden serle muy útiles, particularmente cuando por su talento se hallan en disposición de defender a la Religión y a la Iglesia de las impugnaciones de sus enemigos.

¿Qué les recomienda la Iglesia en este caso?
Que obren siempre con reserva y prudencia, que pidan consejo a los obispos, y que nunca se aparten de las normas que les tracen. ^

La autoridad en la Iglesia

¿Qué autoridad ha dado Jesucristo a su Iglesia?
Le ha dado la triple autoridad doctrinal, sacerdotal y pastoral; pues siendo doctor, pontífice y rey, ha encomendado a los pastores de su Iglesia que adoctrinen a los fieles, los santifiquen por la administración de los sacramentos, y los guíen por el camino de la salvación. Por eso, todos han de estar perfectamente unidos y sometidos a la Iglesia, si quieren participar de su vida, y lograr su salvación. “No puede tener a Dios por padre, quien no tiene a la Iglesia por madre.” (S. CIPRIANO)

¿A quién pertenece la autoridad en la Iglesia?
Pertenece al Pontífice Romano principal y absolutamente, ya los obispos, secundaria y dependientemente del Pontífice Romano; pues sólo a. ellos dijo Jesucristo, en la persona de Pedro y de los Apóstoles: “Instruid a todas las gentes,… enseñándoles a observar todo lo que os he mandado” (Mat., XXVIII, 19-30)

Y los pastores de segundo orden, ¿no tienen ninguna autoridad?
Participan de la autoridad del obispo, en cuanto que de él reciben el derecho de instruir y gobernar a las almas confiadas a su solicitud; pero no son ni jueces de la fe, ni consejeros ni asesores necesarios del obispo en la administración de la diócesis. Por tanto, no pertenecen a la Iglesia docente sino a la discente.

De la autoridad del Pontífice Romano

Primado de San Pedro

¿Por qué posee el Pontífice Romano la suprema autoridad la Iglesia?
Porque siendo el sucesor de San Pedro, tiene en la Iglesia el primado que Jesucristo confirió a San Pedro. “El bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles,… sigue viviendo, gobernando y juzgando en sus sucesores, los obispos de la Santa Sede romana por él establecida y consagrada con su sangre.” (Conc. Vaticano I, const. Pastor aeternus, Cap. II)

¿Es de fe que Jesucristo confirió el primado de San Pedro?
Sí: el concilio Vaticano declara anatema al que lo niegue. “Si alguno dijere que el bienaventurado apóstol Pedro no fue constituido, por Cristo Nuestro Señor, príncipe de los Apóstoles y cabeza visible de toda la Iglesia militante, o que el mismo Pedro no recibió directa e inmediatamente de Cristo Nuestro Señor, más que un primado de honor, y no de verdadera y propia jurisdicción, sea anatema.” (Conc. Vaticano I, const. Pastor aeternus, Cap. I)

¿Qué nos enseña el Evangelio acerca de esto?
Nos enseña:
1º Que Jesucristo preparó esta primacía dando a Simón, hijo de Jona, un nombre nuevo, el nombre de Cefas, o Pedro (Juan I, 42), nombre que es prerrogativa de Cristo (Hech., IV, 11)
2º Que le prometió la primacía cuando le dijo: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mat., XVI, 18)
3º Que le confirió la primacía cuando después de la Resurrección, le dijo: “Apacienta mis corderos; apacienta mis ovejas” (Juan XXI, 14, 17)

¿No figura siempre San Pedro el primero en los Evangelios y en los Hechos?
San Pedro figura siempre el primero, aunque no tenía ni la prioridad de edad, ni la prioridad de vocación, ni la prioridad de ciencia. Él es el primero que se lee en la lista de los Apóstoles (Mat., X, 2; Marc., III, 16; Luz., VI, 14); el primero en confesar la fe; el primero que vio al Salvador resucitado; el primero que dio testimonio de Él delante de todo el pueblo; el primero que confirmó la fe con un milagro; el primero en convertir a los Judíos; el primero en recibir a los Gentiles; el primero que habló en el concilio de Jerusalén; el primero a quien se presentó Pablo antes de comenzar su apostolado, para quedarse establecido para siempre que por muy docto y muy santo que uno sea, aunque fueses otros San Pablo, hay que someterse a Pedro.

¿Ha creído siempre la Iglesia en la primacía de San Pedro?
Sí: los Santos Padres, testigos e interpretes de las creencias primitivas, llaman a San Pedro el primer Pontífice de los cristianos, el doctor de todo el universo, la cabeza, el príncipe de los Apóstoles.

Perpetuidad del primado de San Pedro en los Pontífices Romanos

¿El de fe que los Pontífices Romanos son de derecho divino los sucesores de San Pedro en el primado sobre toda la Iglesia?
Sí: como lo ha definido el Concilio Vaticano I. “Si alguno dijere que no por la institución de Jesucristo o de derecho divino tiene el bienaventurado San Pedro sucesores perpetuos en el primado sobre toda la Iglesia, o que el Pontífice Romano no es el sucesor del bienaventurado Pedro en el mismo primado, sea anatema.” (Conc. Vaticano I, const. Pastor aeternus, Cap. II)

¿Por que debía San Pedro tener sucesores perpetuos en el primado sobre toda la Iglesia?
Porque no para él, sino para toda la Iglesia, se había instituido el primado. La Iglesia es un reino, y ha de tener rey; una familia, y necesita un padre; una casa, y necesita un jefe; una barca, y necesita un piloto; un cuerpo, y necesita una cabeza; un edificio, y necesita un fundamento.

¿Ha reconocido siempre la tradición católica en el Pontífice Romano al sucesor de San Pedro?
Sí; desde los tiempos apostólicos hasta nuestros días, el obispo de Roma ha sido reconocido como superior a los demás obispos, cómo el centro y cabeza esencial de toda la Iglesia, por ser el sucesor de San Pedro en la sede episcopal de Roma. “Con esa Iglesia, dice San Ireneo, deben necesariamente unirse y con formarse, a causa de su principado superior, todas las Iglesias, es decir, todos los fieles, doquiera se hallen” – “Donde está Pedro, allí está la Iglesia” dice San Ambrosio – Dice San Agustín: “Roma ha hablado, la causa ha terminado”.

¿Han ejercido desde el principio y durante todo el transcurso de los siglos, los obispos de Roma, la supremacía de toda la Iglesia?
Sí: desde los primeros siglos, aun durante las persecuciones, se ve a San Clemente intervenir en Corinto, a San Víctor en Asia, y a San Esteban en África. Cuando las persecuciones terminaron, esa supremacía adquirió más esplendor: se le consulta de todas partes; dan leyes y decretos que obligan universalmente; convocan y presiden concilios; a ellos se apela de las sentencias de los obispos y patriarcas; deponen a los obispos indignos, restablecen en sus sedes a los injustamente desposeídos, o les dan asilo en Roma; condenan a los herejes, y fallan en último recurso acerca de las materias eclesiásticas. El Papa está en todo, interviene en todo, lo mira todo, y es mirado por todos.

Autoridad doctrinal del Papa

¿En qué consiste, en punto a doctrina, la primacía del Pontífice romano?
En que es el principal doctor, custodio y defensor de la verdad revelada.

¿Qué se sigue de esto?
Que al Papa corresponde:
1º definir todo lo que Jesucristo ha mandado creer, hacer y evitar para ir al cielo;
2º señalar y, condenar todos los errores contrarios a la revelación.

¿Es el Papa infalible en su enseñanza?
Sí: el concilio Vaticano I declara anatema a quien se atreva a negar esta verdad. “Es un dogma divinamente revelado que el Pontífice Romano, cuando habla ex cátedra, es decir, cuando desempeñando el cargo de Pontífice y Doctor de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define que una doctrina tocante a la fe o las costumbres ha de ser recibida por la Iglesia universal, goza plenamente, por la asistencia divina que le fue prometida en la persona del bienaventurado Pedro, de la infalibilidad de que el divino Redentor ha querido que esté provista su Iglesia cuando define una doctrina acerca de la fe o las costumbres; y que por consiguiente tales definiciones del Pontífice Romano son irreformables por sí mismas, y no en virtud del consentimiento de la Iglesia.” (Conc. Vaticano I, const. Pastor aeternus, Cap. IV)

¿Está probada la infalibilidad del Papa por la Sagrada Escritura?
Sí, porque al Papa, en la persona de San Pedro, dijo Jesucristo que era la piedra fundamental de la Iglesia, contra la que no prevalecerían las puertas de infierno; que todo lo que atase en la tierra, sería atado en el cielo; que su fe no faltaría; que confirmase a sus hermanos; que era el pastor de los corderos y de las ovejas. Pero todo esto sería falso si el Papa, sucesor de San Pedro, pudiera equivocarse cuando, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define que una doctrina sobre la fe o las costumbres debe ser recibida por la Iglesia universal.

¿Está probada la infalibilidad del Papa por la tradición católica?
Sí, porque todos los Padres de la Iglesia han admitido esta infalibilidad: “Has de saber, dice San Jerónimo, que la fe romana es inaccesible a la herejía” – “Las causas acerca de la fe, dice San Bernardo, deben ventilarse en el tribunal en que esa fe no puede sufrir ningún menoscabo, lo que es prerrogativa de la Santa Sede”. Los Padres del cuarto concilio de Constantinopla declaran que “en la Sede Apostólica, la religión católica se ha conservado siempre inmaculada”. Prueba de esta verdad es que en todos los tiempos, se han sometido al juicio del Papa todas las discusiones relativas a la religión, y su juicio se ha reconocido siempre como irrevocable.

¿Por qué ha de ser el Papa infalible?
Para que los cristianos, dirigidos por su autoridad, estén seguros de no extraviarse en el camino de la salvación.

¿Se ha de confundir la infalibilidad con la impecabilidad?
No: la infalibilidad es el privilegio de no poder engañarse ni engañar a los demás al enseñar; mientras que la impecabilidad es el privilegio de no poder ofender a Dios. El Papa es infalible, mas no impecable.

¿Cuál es el objeto de la infalibilidad pontificia?
El mismo que el de la infalibilidad de la Iglesia.

¿En qué consiste la asistencia divina prometida al Sumo Pontífice?
Para él consiste en la preservación de todo error en la exposición del depósito de la fe; pero no en recibir la revelación de nueva doctrina. El Papa es tan sólo el intérprete de la verdad ya revelada: explica y define, pero no innova nada.

¿Qué se requiere para que una decisión del Papa sea considerada como infalible?
Requiérese:
1º que el Papa hable como doctor público, y no como persona privada o como doctor particular en una obra de teología;
2º que obre en la plenitud de su autoridad, es decir, que imponga una obligación absoluta e irrevocable;
3º que defina una doctrina como divinamente revelada;
4º que defina que ha de ser recibida por la Iglesia universal. Faltando alguna de estas condiciones, la sentencia no se considera como infalible.

Autoridad gubernamental

¿En qué consiste, en lo gubernamental, la autoridad del Romano Pontífice?
Consiste en el pleno poder de jurisdicción en todo lo concerniente a la disciplina y gobierno de la Iglesia. “Enseñamos y declaramos, dice el santo concilio Vaticano, que la Iglesia romana tiene por institución divina el principado de poder ordinario sobre todas las Iglesias, y que este poder verdaderamente episcopal del Pontífice Romano, es inmediato; que los pastores y los fieles, tanto cada uno de por sí como todos juntos, sean cuales fueren su rito y divinidad, le están sujetos por el deber de la subordinación jerárquica y de verdadera obediencia, no sólo en lo concerniente a la fe y las costumbres, sino también en lo que pertenece a la disciplina y gobierno de la Iglesia extendida por todo el orbe, para que guardando la unidad de comunión y de la profesión de una misma fe con el Pontífice Romano, la Iglesia de Cristo sea un solo rebaño con un solo Pastor supremo. Tal es la doctrina de la verdad católica, de la que nadie puede apartarse sin perder la fe y la salvación,…… Por tanto si alguno dijere que el Romano Pontífice sólo tiene a su cargo la inspección y la dirección, y no el pleno y supremo poder de jurisdicción sobre la Iglesia universal, no sólo en lo concerniente a la fe y las costumbres, sino también en lo que pertenece a la disciplina y gobierno de la Iglesia extendida por todo el orbe; o que sólo tiene la parte principal y no toda la plenitud de ese poder supremo; o que ese poder que le pertenece no es ordinario e inmediato, tanto sobre todas las Iglesias sobre cada una de ellas, como sobre todos los pastores y sobre todos los fieles y sobre cada uno de ellos: sea anatema.” (Conc. Vaticano I, const. Pastor aeternus, Cap. III)

¿Qué se sigue de esta declaración del concilio Vaticano?
Que el Papa posee en su plenitud el triple poder legislativo, ejecutivo y judicial.

¿Qué puede en virtud de su poder legislativo?
Puede dar a toda la Iglesia las leyes necesarias al bien espiritual de las almas.

¿Qué puede en virtud de su poder ejecutivo, o administrativo?
Puede gobernar como soberano a la Iglesia, conforme a las leyes establecidas.

¿Qué puede en virtud de su poder judicial y coercitivo?
Puede juzgar a los infractores de la ley, y fulminar contra ellos penas espirituales o temporales.

¿No ha sido esta poder, impugnado por algunos autores?
Algunos autores han enseñado que la Iglesia no tiene sino un poder persuasivo y no coercitivo o coactivo; mas eso es un error condenado por la doctrina y práctica de la Iglesia. Ciertamente la Iglesia no puede emplear la violencia para hacer que los infieles abracen la fe; pero puede reducir y castigar con penas materiales a sus hijos rebeldes. Suárez piensa que esto es de fe. Pío IX ha condenado la siguiente proposición: “La Iglesia no tiene derecho de reprimir con penas temporales la violación de sus leyes” (Encíclica Quanta cura). El Código de derecho canónico formula la misma doctrina.

¿Cuáles son las principales penas espirituales, o censuras, que puede imponer el Sumo Pontífice?
La excomunión, el entredicho y la suspensión.

¿Qué es la excomunión?
Es la censura que separa totalmente al cristiano del cuerpo de la Iglesia, y lo priva de todos sus bienes espirituales.

¿Qué es el entredicho?
Es la censura que prohíbe para ciertos lugares o personas el uso de los divinos oficios, de los sacramentos o de la sepultura eclesiástica.

¿Qué es la suspensión?
La censura que priva. a. un eclesiástico del uso o ejercicio de una orden, oficio o beneficio.

¿Qué penas temporales puede infligir el Sumo Pontífice?
El Código de Derecho canónico menciona algunas, tales como la infamia, la privación del derecho de precedencia, del derecho de sufragio, la multa, etc.

¿Cuáles son los caracteres del poder temporal del Papa en la Iglesia?
El poder del Papa es:
Pleno: en las cosas que son de derecho eclesiástico, no hay nada que el Papa no pueda, cuando la necesidad lo exige;
Supremo: el Papa no tiene superior en la tierra, pues depende sólo de Dios;
Universal: se extiende a todos, pastores y fieles;
Ordinario: es inherente a la dignidad del Sumo Pontífice, y no accidental, o recibido por delegación o mandato;
Inmediato: puede ejercerlo sobre todos, ora por sí mismo, ora por delegados elegidos por él (Concilio Vaticano I, Const. Pastor æternus, cap. III). “El Papa, como vicario de Jesucristo, cabeza visible de la Iglesia y sucesor de San Pedro, tiene una autoridad que se extiende a toda la Iglesia por tanto, todos los fieles, que son sus miembros, deben mirarlo como a su padre, y considerar su palabra como la voz de que Dios se sirve para declararles sus órdenes.” (S. J. B de la Salle)

Poder temporal del Papa

¿Qué es el poder temporal del Papa?
Es la autoridad civil ejercida por el Papa en los Estados de la Iglesia.

¿Qué origen tiene ese poder?
1º Ya en la misma época de las persecuciones, y antes de Constantino, los Papas habían recibido de la liberalidad de los fieles cuantiosos bienes, que emplearon en mantener el culto y aliviar a los pobres. Este patrimonio fue aumentado por Constantino y sus sucesores.
2º Cuando el imperio romano fue destruido por los bárbaros, Roma abandonada por los emperadores de Oriente, se arrojó en brazos de los Papas que la salvaron de los furores de Atila y Gen­serico, y la levantaron nueve veces de sus ruinas. Así se fundó providencialmente la soberanía temporal de la Santa Sede, durante el Pontificado de Gregario II (715-731).
3º Amenazado por los Lombardos en la segunda mitad del siglo VIII, el Papado recurrió sucesivamente a Pipino y Carlomagno, que además de obligar a los invasores a devolver las ciudades y principado que habían arrebatado, aumentaron los dominios pontificio s cediendo generosamente las provincias que acababan de conquistar.
4º En el siglo XII, el dominio temporal se aumentó con el territorio legado a la Santa Sede por la condesa Matilde.

¿Es legítimo este poder?
Sí, porque se funda en los mejores títulos que se pueden invocar: 1 º En la elección y el anhelo de los pueblos que, abandonados por los emperadores de Oriente, se acogieron al amparo de los Sumos Pontífices.
2º En las justas conquistas de Pipino y Carlomagno, y en la libre concesión de la condesa Matilde.
3º En la prescripción más de diez veces secular.
4º En el derecho público europeo, que, en los congresos y tratados, ha reconocido siempre los Estados Pontificios.
5º En los inapreciables servicios que los Papas han prestado a Italia, y en la saludable influencia que su independencia temporal les ha permitido ejercer en el mundo entero.

¿Es necesario este poder?
En el estado presente de las cosas humanas esta soberanía temporal es absolutamente necesaria para el bien de la Iglesia y el libre gobierno de las almas.

¿Cuál es la situación del Papa si no es soberano temporal?
1º goza de la independencia que le es necesaria para ejercer plenamente su autoridad doctrinal y legislativa. “En Roma, no hay para el Papa otro destino posible que ser soberano o cautivo.” (Pío IX)

¿Tiene la soberanía temporal del Papa carácter sagrado?
Tiene un carácter sagrado e inviolable, porque está ligada con los más grandes intereses de la religión.

¿De qué especie es el crimen de los usurpadores de los Estados de la Iglesia?
Es un sacrilegio. Por eso el concilio de Trento ha fulminado excomunión contra todo cristiano que atente contra dichos Estados directa o indirectamente.

De la autoridad de los Obispos

¿Tienen los obispos, por derecho divino, el poder de enseñar y gobernar a los fieles?
Sí, porque, por derecho divino, son los sucesores de los Apóstoles, como el Papa es el sucesor de San Pedro, cabeza de los Apóstoles.

¿Cómo se prueba ese poder?
1º Por la Sagrada Escritura. A los obispos se dijo en la persona de los Apóstoles: “Como mi Padre me envió, así os envío también a vosotros” (Juan XX, 21) – “Id, pues, e instruid a todas las naciones… yo estaré continuamente con vosotros hasta la consumación de los siglo” (Mat., XXVIII, 19, 20) – “Todo lo que atareis en la tierra, será eso mismo atado en el cielo” (Mat., XVIII, 18)
2º Por la tradición católica, que siempre ha reconocido que el cuerpo episcopal unido al Sumo Pontífice posee la autoridad doctrinal y gubernamental necesaria para enseñar y gobernar a la Iglesia.

¿Son los obispos jueces de la fe en sus diócesis?
No son jueces definitivos sin apelación, porque separadamente no son infalibles; pero esto no obstante, son jueces verdaderos, cuyas decisiones han de seguirse en el fuero externo, mientras no sean revocadas por la Santa Sede.

¿Son los obispos príncipes espirituales de sus diócesis?
Sí: y para gobernarlas tienen el poder legislativo, administrativo, y el judicial y coactivo.

¿Qué diferencia hay entre la autoridad del Papa y la de los obispos?
El Papa posee la autoridad eclesiástica principal y absolutamente, mientras que los obispos no la poseen más que secundaria y dependientemente del Papa. El Papa ejerce su autoridad sobre toda la Iglesia, al paso que los obispos la ejercen solamente dentro de los límites de sus diócesis.

¿Qué tienen de común la autoridad del Papa y la de los obispos?
Que así como el Papa es el pastor y cabeza de toda la Iglesia; los obispos son los pastores y cabezas de sus Iglesias y diócesis respectivas.

Los concilios

¿Qué se llaman concilios?
Llámase concilio la 1ª asamblea de obispos congregados para tratar asuntos religiosos.

¿Tienen los obispos derecho a reunirse en concilio?
Sí, porque el derecho de reunión es un derecho natural, de que todo el mundo goza, y con mayor razón los pastores de las almas.

¿Cuántas clases hay de concilios?
Dos: concilio general, o ecuménico, que representa a toda la Iglesia; y concilio particular, que representa a una o varias provincias eclesiásticas.

¿Qué es concilio ecuménico, o general?
Aquel en que el Papa y los obispos se congregan, personalmente o por representación, para deliberar y juzgar sobre la doctrina y la disciplina.

¿Qué condiciones se requieren para el concilio ecuménico?
Están cinco:
1º El concilio general ha de ser convocado por el Sumo Pontífice, o si no con su consentimiento.
2º Todos los obispos que ejercen jurisdicción han de ser convocados al concilio, porque todos tienen igual derecho a juzgar en las cosas de la fe. No es necesario que todos los obispos, ni aun siquiera el mayor número, asistan al concilio. Además, la confirmación dada por el Papa alas decisiones del concilio resuelve todas las dificultades que pudieran surgir a causa del escaso número de los asistentes.
3º El Papa, por sí o por sus legados, ha de presidir el concilio.
4º En las deliberaciones del concilio ha de haber la más entera libertad.
5º Las divisiones del concilio han de ser confirmadas por el Papa.

¿Son necesarios los concilios generales?
No son absolutamente necesarios, porque la autoridad doctrinal o gubernamental del concilio general no es mayor que la del Papa solo.

¿Y son útiles?
En ciertas épocas son muy útiles, porque la doctrina católica se proclama en ellos con mayor solemnidad, el pueblo se penetra mejor de que la doctrina definida es la de toda la Iglesia, y el Papa recibe el auxilio de más luces humanas.

¿Cuántos concilios ecuménicos ha habido?
Además de la asamblea de Jerusalén, celebrada por los Apóstoles, ha habido hasta la fecha, veinte concilios ecuménicos, los ocho primeros en Oriente y los otros en Occidente.
1º El concilio de Nicea (325), en que fue condenada la herejía de Arrio, que negaba la divinidad del Verbo.
2º El concilio de Constantinopla (381), en que fue condenada la herejía de Macedonio, que negaba la divinidad del Espíritu Santo, y la de Manes, que profesaba el dualismo.
3º El concilio de Éfeso (431), donde fue condenada la herejía de Nestorio, que negaba la unidad de persona en Jesucristo y la maternidad divina, y la de Pelagio, que negaba la necesidad de la gracia.
4º El concilio de Calcedonia (451), donde fue condenada la herejía de Eutiques, que negaba la dualidad de naturalezas en Jesucristo.
5º El segundo de Constantinopla (553), donde fue condenada la herejía de los tres Capítulos, que no era otra que la de Nestorio.
6º El tercero de Constantinopla (680), donde fue condenada la herejía de los monotelitas.
7º El segundo de Nicea (787), donde fue condenada la herejía de los iconoclastas, o destructores de imágenes.
8º El cuarto de Constantinopla (869-870), donde fue condenado y depuesto Focio, el autor del cisma griego.
9º El concilio de Letrán (1123), donde fue ratificado el concordato de Worms, con que había terminado la guerra de las investiduras.
10º El segundo de Letrán (1139), donde fueron condenadas las herejías de Pedro de Bruys y de Arnoldo de Brescia, sobre el Bautismo y la Eucaristía.
11º El tercero de Letrán (1179), donde fue reglamentada la elección de los Papas.
12º El cuarto de Letrán (1215), donde fueron condenadas las herejías de los Valdenses y Albigenses, y declaradas obligatorias para todo fiel cristiano la confesión anual y la comunión pascual.
13º El concilio de Lyón (1245), donde fue excomulgado el emperador Federico II, como hereje y expoliador de la Iglesia.
14º El segundo de Lyón (1274), donde los griegos reconocieron, de acuerdo con la Iglesia romana, la doble procesión del Espí­ritu Santo.
15º El concilio de Viena, del Delfinado (1311-1312), donde fue abolida la orden de los Templarios.
16º El concilio de Florencia (1439-1442), donde la Iglesia griega se unió de nuevo a la Iglesia romana.
17º El quinto concilio de Letrán (1512), cuyo objeto fue el res­tablecimiento de la disciplina en la Iglesia.
18º El concilio de Trento (1545 -1563), donde fueron condenaos los errores de Lutero, Calvino y Zuinglio.
19º El concilio del Vaticano I (1869-1870), donde fue proclamada la infalibilidad pontificia.
20º El concilio Vaticano II (1962 – 1965). Algunas sesiones del concilio de Constanza (1414) y del de­ Basilea (1431) son consideradas como ecuménicas.

¿Qué es concilio particular?
Aquel en que se congregan los obispos de una nación o pro­vincia para deliberar y juzgar sobre la doctrina o la disciplina.

El concilio nacional o provincial ¿es infalible?
No, a menos que sea expresamente confirmado por el Sumo Pontífice, lo que haría obligatorias para todos los fieles las decisiones confirmadas.

¿Cuáles son los concilios particulares cuyas enseñanzas han llegado a ser dogmas de fe?
El de Milevi (416), aprobado por Inocencio I, que condenó los errores de los pelagianos sobre la gracia, y el segundo de Orange (529), aprobado por Bonifacio II (530), que condenó los errores de los semipelagianos.

Forma del gobierno en la Iglesia

¿Cuál es, según lo que antecede, la forma del gobierno en la Iglesia?
Es la forma pura y simplemente monárquica, pues el Pontífice Romano posee la plenitud de la autoridad: él es el centro y cabeza esencial de toda la Iglesia.

Esta monarquía ¿es absoluta, en el sentido que vulgarmente se da a esta palabra?
No, porque el Papa no puede mudar nada en lo que es de derecho divino: de ese peligro lo preserva su infalibilidad.

¿Hay aristocracia en el gobierno de la Iglesia?
Sí, porque el episcopado es de institución divina, y el Supremo Pastor no puede gobernar la Iglesia sin él.

¿Hay democracia en la Iglesia?
Sí, porque el hombre del más humilde origen puede llegar a las dignidades más elevadas. Ha habido grandes papas y grandes obispos que por su origen eran de condición muy oscura.

Relaciones entre la Iglesia y el Estado

¿Qué se requiere para que la Iglesia pueda cumplir eficazmente su misión?
Se requiere:
1º que ejerza con entera independencia los derechos que ha recibido de Jesucristo;
2º que sea ayudada por el poder civil.

Independencia y derechos de la Iglesia

La Iglesia y la sociedad civil ¿son dos sociedades distintas?
Sí, porque se diferencian por su origen, por la autoridad que las rige, por su objeto y por su fin.

¿Cómo se diferencian por su origen?
La Iglesia ha sido fundada por un acto libre del Hombre-Dios; la sociedad civil resulta de las tendencias y necesidades naturales del hombre. La primera procede de Dios, en cuanto autor de la gracia; y la segunda procede de Dios, en cuanto autor de la naturaleza.

¿Cómo se diferencian por la autoridad que las rige?
La Iglesia se gobierna, conforme a la voluntad de Jesucristo, por San Pedro y sus sucesores, por los Apóstoles y sus sucesores; la sociedad civil se gobierna por poderes de formas diversas según los tiempos y lugares, y que aunque tienen su autoridad de Dios, deben su origen a hechos puramente humanos, como la conquista, la elección, etc.

¿Cómo se diferencian en su objeto?
La Iglesia tiene por objeto la verdad religiosa y la virtud, y la sociedad civil, intereses temporales y terrenos.

¿Cómo se diferencian en su fin?
La Iglesia tiene por fin conducir al hombre a la dicha eterna, y la sociedad civil tiene por fin inmediato la prosperidad temporal. “Dios ha dividido el gobierno del género humano entre dos poderes: el poder eclesiástico y el poder civil; al primero incumben las cosas divinas, al segundo las humanas.” (S. S. LEÓN XIII)

¿Aventajan las cualidades de la Iglesia a las de la sociedad civil?
Sí, porque la Iglesia es una sociedad religiosa y sobrenatural, mientras que la sociedad civil es profana y natural. La Iglesia es una sociedad universal, inmutable e inmortal, mientras que la sociedad civil es particular, variable y temporal.

¿Es la Iglesia independiente del Estado?
Sí, porque,
1º de Jesucristo y no, del Estado, trae su origen, su autoridad, su objeto y su fin;
2º Jesucristo ha querido que la Iglesia fuese como Él independiente de todo poder terreno. “Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad…” (Mat., XXVIII, 18, 19) – “No hay católico que pueda ignorar que Jesucristo, al instituir su Iglesia, dio a los Apóstoles y a sus sucesores un poder independiente de todo otro poder.” (Pío VI, Breve de 10.03.1779 a Luis XVI)

¿Manifestaron los Apóstoles su independencia frente al Estado?
Sí, porque cuando el consejo de los Judíos les prohibió enseñar en el nombre de Jesús, respondieron valerosamente: “Es menester obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech., V, 29)

¿Ha reivindicado siempre la Iglesia su independencia?
Siempre, en todas partes y con invencible constancia, la Iglesia ha proclamado y reivindicado su independencia contra todas las tiranías.

¿Es contraria a los verdaderos intereses del Estado la independencia de la Iglesia?
No, porque la Iglesia ejerce su poder en un orden de cosas distinto al del Estado. El fin próximo y principal de la Iglesia es procurar a los hombres los bienes celestiales y eternos, y el del Estado es atender a los intereses terrenos. “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.” (Mat., XII, 21) – “La Iglesia reconoce y declara que cuanto es de orden civil se halla bajo la potestad y la suprema autoridad de los príncipes de la tierra” (S.S. León XIII).

¿Qué derechos tiene la Iglesia, en virtud de su independencia soberana en las materias espirituales?
La Iglesia tiene todos los derechos cuyo ejercicio es necesario para el cumplimiento de su fin, que es la santificación de las almas y su felicidad eterna. Esos derechos son por consiguiente:
1º Propagarse por toda la tierra para predicar la fe;
2º Constituirse doquiera haya fieles, y establecer en esos lugares diócesis y parroquias;
3º Reclamar la libre comunicación de los obispos y de los fieles con el Sumo Pontífice, y convocar los concilios y demás asambleas eclesiásticas;
4º Condenar los errores contrarios a la fe, prohibir los libros que los contienen, e imponer penas a los que los propagan;
5º Formar y educar al clero, y exigir que se le deje completa libertad para escogerlo;
6º Velar por la enseñanza religiosa y moral, tanto en la familia como en las escuelas, enseñar todas las ciencias, abrir escuelas, elegir los maestros, prescribir programas y métodos, crear universidades y conferir grados;
7º Determinar las condiciones para la validez y licitud del contrato matrimonial;
8º Adquirir y poseer bienes muebles e inmuebles para la construcción de los templos, sostenimiento del culto y clero, propagación de la fe, fundación de escuelas, y alivio de los infortunios humanos en asilos, hospitales y demás establecimientos de caridad;
9º Establecer en su seno órdenes religiosas que se consagren a la oración, predicación, educación de la infancia y juventud cuidado de los enfermos e imposibilitados, etc.

¿Tiene la Iglesia la supremacía sobre el Estado?
Sí, porque el fin a que tiende la Iglesia es el más noble de todos.

¿En qué está subordinado el Estado a la Iglesia?
En las cosas espirituales y en cuanto a ellas se refiere.

¿Qué derecho pertenece al Papa en virtud de esta supremacía?
El de anular las leyes o actos gubernamentales perjudiciales a la salvación de las almas, o lesivos de los derechos naturales de los ciudadanos.

El cesarismo

¿Cómo se llama la doctrina que pretende subordinar la Iglesia al Estado?
Llámase cesarismo.

¿Por quién ha sido sostenida esta doctrina?
De una manera más o menos completa, ha sido sostenida por Marsilio de Padua en el siglo XIV, por los reformadores del siglo XVI, por los galicanos parlamentarios, por los jansenistas, por los josefistas, por los, autores de la Constitución civil del clero en 1790, en nuestros días por los llamados católicos viejos, por los políticos de la escuela liberal, y por todos, los revolucionarios.

¿Cuál es la fórmula del cesarismo?
La fórmula moderna del cesarismo es esta proposición del Syllabus, condenada por Pío IX: “La Iglesia no es una verdadera y perfecta sociedad plenamente libre: no goza de sus derechos propios y constantes que le ha conferido su divino Fundador: pertenece al poder civil definir cuáles son los derechos de la Iglesia y en qué límites puede ejercerlos”.

¿Qué se ha de pensar del poder civil que practica el cesarismo?
1º Que es injusto, pues priva de libertad a un poder soberano en el dominio que le es propio;
2º Que es impío, pues en la Iglesia obra de Dios, persigue al mismo Dios;
3º Que es maléfico, pues priva a la sociedad de inmensos e inapreciables beneficios;
4º Que es insensato, pues destruye la autoridad religiosa que es la salvaguardia de la suya propia.

Unión de la Iglesia y del Estado

¿Basta que el Estado respete la libertad y derechos de la Iglesia?
No: el Estado debe también ayudar, proteger y defender a la Iglesia.

¿En qué se funda este deber?
En la obligación que incumbe a la sociedad civil de profesar la religión. En efecto: las naciones dependen del Creador, y por tanto, le deben, como naciones, adoración, amor y obediencia, lo mismo que los individuos. Además, han de tributar a Dios el culto que le es debido tanto porque es su deber, como porque conviene a sus intereses, pues la religión es la primera condición del orden político y social. “Una sociedad bien ordenada sin religión, es cosa imposible.” (S.S. León XIII)

¿Y qué religión debe profesar la sociedad?
Es evidente que la religión verdadera, la religión cristiana. Debe reconocer por rey a Jesucristo, a quien Dios su Padre, “ha dado todas las naciones por herencias” (Salmo II, 8), “a quien todos los reyes de la tierra adorarán, y todas las naciones servirán” (Salmo LXXI, 10). Y como Jesucristo ha fundado una Iglesia, y sólo en ella quiere ser servido y adorado, la sociedad debe seguir las enseñanzas de esta Iglesia, que es la Iglesia católica.

Entonces ¿cuál es la principal obligación de los jefes de Estado?
El practicar ellos mismos la religión católica, y como tienen las riendas del poder, protegerla y defenderla.

¿Tiene el Estado el deber y el derecho de proscribir el cisma y la herejía?
Sí: tiene tal deber y derecho, tanto para el bien de la nación como para el de los mismos fieles; porque la unidad religiosa es el principal fundamento de la unidad social.

¿En qué caso puede el Estado tolerar los cultos disidentes?
Cuando esos cultos han adquirido cierta existencia legal con­ sagrada por el tiempo, concedida por tratados o convenios.

¿Puede el Estado emplear la fuerza para obligar a los ciudadanos a practicar la religión católica?
No, porque “la Iglesia acostumbra a velar con el mayor cuidado por que nadie sea forzado contra su voluntad, a abrazar la católica, y cuida de no olvidar esta prudente advertencia de San Agustín: La fuerza puede lograr todo del hombre: todo, menos la fe.” (S.S. León XIII)

¿Con qué fin puede emplear el Estado la fuerza?
Para impedir o reprimir la impiedad exterior y pública que amenaza a la fe de los flacos, e introduce la turbación y el desorden n la sociedad civil y religiosa. Si se castigan los atentados contra la autoridad pública, y contra las leyes en que se funda la seguridad de los ciudadanos, ¿por qué no se han de poder castigar los que son contra Dios, la religión, la, moral y las verdades sin las cuales no hay sociedad próspera? ¿Acaso no es Dios el primer soberano, y su ley la más respetable de todas?

¿Puede el Estado separarse de la Iglesia?
No, porque no puede sustraerse a la realeza de Jesucristo.

El liberalismo

¿Cuál es la doctrina que pretende que el Estado no tiene el derecho ni el deber de unirse a la Iglesia para protegerla?
El liberalismo.

¿En qué se funda principalmente el liberalismo?
En que la sociedad moderna se basa en la libertad de con­ciencia, de cultos, de palabra y de prensa.

¿Por qué es el liberalismo condenable?
1º Porque niega toda subordinación del Estado a la Iglesia;
2º Porque confunde la libertad con el derecho. La libertad sólo es derecho cuando se mueve en la esfera de la verdad y del bien. Si redunda en el mal, ya no es derecho, sino violación del derecho; y desde el momento en que es perjudicial a los intereses morales y religiosos de la nación, pertenece al poder civil reprimir sus manifestaciones;
3º Porque desconoce la realeza que Jesucristo ha trasmitido a su Iglesia.
4º Porque rechaza los beneficios de esta realeza social. Así como el cuerpo del hombre no vive sino por su unión con el alma, así la sociedad no vive verdaderamente sino por su unión con la Iglesia, que le comunica la vida moral. Los partidarios del liberalismo invocan a veces en apoyo de su doctrina estas palabras del Salvador: “Mi reino no es de este mundo” (Juan, xVIII. 36); pero se equivocan: Nuestro Señor no quiso decir que su reino no tiene nada exterior ni terreno, que no tiene nada que ver con este mundano, ni poder alguno que ejercer en la tierra, ni menos que esté subordinado a los reinos de este mundo, que reciba de ellos su poder, y no tenga ningún derecho respecto de ellos. Al contrario, es evidente que Nuestro Señor coloca su reino sobre cualquier otro, y que entre su realeza y la del mundo establece una diferencia igual a la que existe entre el alma y el cuerpo, entre el cielo y la tierra. Lo que con estas palabras quiso dar a entender a Pilatos es que los príncipes de la tierra no tienen que temer de su parte ninguna rivalidad; que su autoridad es de otra naturaleza; que Él no tiene el mismo fin, los mismos medios ni el mismo espíritu que ellos. (Ab. BACUEZ)

Unión de los miembros de la Iglesia

¿Qué es la comunión de los santos?
La comunicación de los bienes espirituales entre los miembros de la Iglesia.

¿Quiénes son miembros de la Iglesia?
Todos los que se hallan unidos entre sí y con una sola y misma cabeza, que es Jesucristo. “Así, nosotros, aunque seamos muchos, formamos en Cristo un solo cuerpo, siendo todos recíprocamente miembros los unos de los otros.” (Rom., XII, 5)

¿En cuántos estados diferentes se hallan los miembros de la Iglesia?
En tres estados diferentes: unos están aun en el campo de batalla luchando generosamente contra los enemigos de la salvación; otros que han salido victoriosos de la lid, pero heridos, están curándose de sus heridas, antes de gozar de los frutos de la victoria; y finalmente, otros están ya gozando de la gloria de los triunfadores.

¿Qué nombre reciben los fieles que se hallan en el primer estado?
El nombre de Iglesia militante. “La vida del hombre sobre la tierra es una perpetua guerra” (Job., VII, 1) – “Trabaja como buen soldado de Cristo” (II Tim., II, 3)

¿Y los que se hallan en el segundo estado?
El de Iglesia purgante. “Será salvo, si bien como quien pasa por el fuego” (I Cor., III, 15)

¿Y los que se hallan en el tercer estado?
El de Iglesia triunfante, que también se aplica a los ángeles. “¡Oh cuán bella es la generación casta con esclarecida virtud!… Coronada triunfa eternamente, ganando el premio en el combatir por la castidad” (Sab., IV, 1, 3)

¿Serán tres Iglesias diferentes?
No: no son más que una sola Iglesia, porque sólo haya: “un mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre” (I Tim., II, 5)

¿Por qué se llaman también santos los miembros de la Iglesia militante?
Porque han sido santificados en el bautismo, y están llamados a la santidad. “Sois el linaje escogido,… gente santa” (I Ped., II, 9)

¿Cómo se hallan unidos entre sí los miembros de la Iglesia?
Como los hijos de una misma familia, los ciudadanos de una misma ciudad, los súbditos de un mismo reino, las piedras de un mismo edificio, los miembros de un mismo cuerpo.

Bienes espirituales de la Iglesia

¿Qué resulta de esta unión?
El constituir entre los miembros de la Iglesia como un patrimonio de familia o capital social, y el hacer que el bien de cada uno redunde en provecho de todos los demás; de la misma manera que en un cuerpo organizado las operaciones de un miembro tienden al bien de los otros miembros, y en una familia, lo que aprovecha a uno aprovecha a todos.

¿En qué consisten los bienes de la Iglesia?
Los bienes espirituales de la Iglesia consisten en los méritos de Jesucristo, de la Santísima Virgen y de los santos, en el santo, sacrificio de la Misa, y en las oraciones y buenas obras de los fieles.

¿Cómo pueden entrar los méritos en el tesoro común de la Iglesia?
En toda obra meritoria hay dos partes: una personal, propia del que hace la buena obra, y otra reversible y aplicable a los que no han merecido por sí mismos. La parte reversible es a la vez satisfactoria, en cuanto alcanza de Dios la remisión total o parcial de la pena temporal debida por el pecado e impetratoria, en cuanto alcanza de Dios nuevas gracias. Esta parte reversible es la que entra en el tesoro de la Iglesia.

¿Cuánta es la riqueza del tesoro de los bienes espirituales de la Iglesia?
Es inestimable: pues se compone de los méritos infinitos de Jesucristo, de los incomparables de la Santísima Virgen, y de los superabundantes que los santos del cielo y de los justos de la tierra.

¿Qué se entiende por méritos superabundantes de los santos?
Los que restan a los santos o, a los justos de la tierra, después que lían satisfecho todas sus deudas con la divina justicia.

Comunicación de los bienes espirituales

¿Cómo se ayudan mutuamente los miembros de la Iglesia?
Comunicándose los bienes espirituales que encierra el tesoro de la Iglesia.

¿Cómo se comunican los fieles de la tierra y los santos?
Los fieles honran a los santos con el culto que les tributan, y les dirigen oraciones; y los santos interceden con Dios por los fieles de la tierra, y por los méritos de Jesucristo y los suyos propios, les alcanzan gracias abundantes. “Cuando Nicanor acometió a Judas Macabeo, este tuvo una visión en la que Onías, sumo sacerdote ya difunto, le decía mostrándole al profeta Jeremías: Éste es el verdadero amante de sus hermanos y del pueblo de Israel: éste es Jeremías, profeta de Dios, que ruega incesantemente por el pueblo y por toda la ciudad santa” (II Macab., XV, 14)

¿Cómo se comunican los fieles de la tierra y las almas del Purgatorio?
Los fieles de la tierra interceden por las almas del Purgatorio, pidiendo a Dios que las libre o alivie. La Iglesia hace por ellas a Dios esta oración: “Acuérdate, Señor, de tus siervos y siervas que nos han precedido con la señal de la fe y duermen el sueño de la paz. Te rogamos, Señor, que les concedas el lugar del refrigerio, de la luz y de la paz” (Canon de la Misa). Es piadosa creencia que las almas del Purgatorio ruegan también por los fieles de la tierra, en especial por los que apiadados de su suerte, trabajan por librarlas.

¿Cómo se comunican los santos del cielo y las almas del purgatorio?
Los santos auxilian a las ánimas benditas, sugiriendo a los fieles de la tierra el pensamiento de que intercedan por ellas; y las almas del purgatorio con el culto que rinden a los santos del cielo, les proporcionan aumento de gozo y felicidad.

¿Cómo se comunican entre sí los fieles de la tierra?
Intercediendo uno por otros, pidiendo a Dios la conversión de los pecadores, la perseverancia de los justos, la exaltación de la Santa Iglesia, y la cesación de los azotes que afligen a la humanidad. Además, las gracias que cada cual recibe aprovechan a todos.

¿Conocemos la medida en que los miembros de la Iglesia participan de su tesoro espiritual?
Lo ignoramos. Dios no nos ha revelado los secretos de la sabiduría con que aplica, a los que los necesitan, los méritos comunicables de este tesoro. Mas no se puede dudar que la medida de esta aplicación depende en gran parte de las disposiciones de cada uno. En una sociedad industrial o comercial, la participación en los beneficios está en proporción con lo que ha puesto cada asociado, y con su trabajo. Lo mismo ha de ser en la comunión de los santos: cuanto más se da, más se recibe; cuanto más méritos adquiere uno de por sí, más participa de los méritos de los demás. Las almas del Purgatorio que vivieron más santamente, tienen mayor parte en los sufragios de la Iglesia militante; y en la tierra, los cristianos diligentes y fervorosos reciben más que los negligentes.

¿Participan los pecadores de los bienes espirituales de la Iglesia?
Sí: exceptuando los bienes para cuya participación se requiere el estado de gracia, que se reservan para los justos. Pues los pecadores, aunque miembros estériles que no producen fruto alguno ni para sí ni para los demás, no dejan de ser miembros de la Iglesia, y como tales, tienen parte en la comunión de los santos, y pueden recibir, por los méritos de sus hermanos, gracias de conversión.

¿Quiénes son los que no tienen parte alguna en la comunión de los Santos?
Los infieles, herejes, cismáticos, apostatas y excomulgados, pues como no pertenecen a la Iglesia, no tienen parte alguna en sus bienes espirituales.

Resúmen

De la Iglesia católica.- La Iglesia católica es la sociedad de los hombres bautizados, que profesan la doctrina de Jesucristo, y están sometidos a los pastores legítimos principalmente al Papa.
La Iglesia se divide,
1º en Iglesia patriarcal, mosaica y cristiana, si se considera por su relación con la historia;
2º en Iglesia militante, purgante y triunfante, si se considera según la situación de sus miembros;
3º en Iglesia docente y discente, si se considera como sociedad. La Iglesia ha sido instituida por el mismo Jesucristo que dio a su religión forma social.
Los elementos de esta sociedad son:
1º autoridad con el derecho de mandar;
2º miembros múltiples unidos entre sí;
3º fin común a todos los asociados;
4º medios comunes para lograr el fin. Jesucristo sometió los miembros de su Iglesia a la autoridad de los Apóstoles y sus sucesores, que son los obispos. Sometió los mismos Apóstoles a la autoridad de uno de ellos, Pedro; y por consiguiente, los obispos al sucesor de San Pedro, es decir, al Pontífice Romano. Los Apóstoles recibieron de Jesucristo el triple poder de enseñar, santificar a los fieles y gobernar las almas. La Iglesia tiene por fin próximo la santidad de sus miembros en esta vida, y por fin último la gloria del cielo en la otra.

Necesidad de pertenecer a la Iglesia.- La Iglesia, por ser un organismo vivo, tiene lo mismo que una persona humana una parte interior el alma, y otra exterior, el cuerpo. El alma de la Iglesia consiste en la gracia santificante, junta con las virtudes infusas y los dones del Espíritu Santo. El cuerpo de la Iglesia consiste en la profesión exterior de la verdadera doctrina de Jesucristo, la participación a sus sacramentos, y la obediencia a los pastores legítimos. No pertenecen al alma de la Iglesia los que se hallan en pecado mortal. No pertenecen al cuerpo los infieles, herejes, cismáticos, excomulgados y apostatas. Fuera de la Iglesia no hay salvación, porque no puede haberla fuera de Jesucristo, y la Iglesia forma un todo con Jesucristo. El que voluntariamente permanece fuera de la Iglesia, sin profesar la fe que ella enseña, sin participar de sus sacramentos, y sin obedecer a sus pastores no puede salvarse. Pero el que involuntariamente está fuera de la Iglesia y sirve a Dios lo mejor que puede cumpliendo los deberes que le dicta su conciencia, pertenece al alma de la Iglesia, y puede salvarse.

Propiedades de la Iglesia.- Las propiedades de la Iglesia son la visibilidad, la perpetuidad, la indefectibilidad y la infalibilidad. La visibilidad consiste en que la Iglesia se ofrece manifiestamente a los ojos de los hombres,
1º como sociedad, y
2º como sociedad fundada por Jesucristo.
La perpetuidad consiste en que la Iglesia debe durar sin interrupción hasta el fin del mundo. La indefectibilidad consiste en que la Iglesia debe conservar inmutablemente los dogmas, moral, sacramentos y organización social que ha recibido de su divino Fundador. La infalibilidad consiste en el privilegio que se le ha concedido de no poder engañarse ni engañar cuando enseña la doctrina de Jesucristo. La infalibilidad tiene por objeto:
1º todas las verdades reveladas contenidas en la Sagrada Escritura y en la Tradición;
2º todas las verdades que sin ser formalmente, reveladas, guardan con las reveladas íntima conexión. La infalibilidad reside tanto en el cuerpo episcopal unido al Sumo Pontífice, como en el Sumo Pontífice solo, cuando habla ex cáthedra.

Caracteres de la Iglesia.– Es necesario poder discernir seguramente la verdadera Iglesia de Jesucristo. Este discernimiento se logra por medio de los caracteres distintivos con que Jesucristo ha adornado a su Iglesia. Estos caracteres son: la unidad, la santidad, la catolicidad y la apostolicidad. La verdadera Iglesia ha de tener estos caracteres:
1º porque poseyéndolos Jesucristo en cuanto cabeza de la Iglesia, también los debe poseer la iglesia, que es una misma cosa con Él;
2º porque sin estos caracteres no se concibe la Iglesia. Para que la Iglesia sea una se requiere:
1º que los fieles profesen una sola y misma fe;
2º que observen una sola y misma ley, y participen a los mismos sacramentos;
3º que estén sometidos a una sola y misma autoridad suprema. La Iglesia Romana posee esta unidad. Por mantenerla, ha separado siempre sin misericordia de su seno a los herejes y cismáticos. Para que la Iglesia sea santa se requiere:
1º que no reconozca otro fundador que Jesucristo, el Santo de los santos;
2º que proponga a los hombres los medios más perfectos de santificación;
3º que realmente haga santos a los que guardan sus mandamientos, y eminentemente santos a los que siguen sus consejos;
4º que por las obras extraordinarias de celo y caridad y por los milagros que se realizan en su seno, manifieste que Dios está con ella. La Iglesia Romana posee la santidad, pues no admite otro fundador que Jesucristo; es santa en su doctrina, en su moral y en su disciplina; ha manifestado su santidad por las obras extraordinarias que ha realizado, y por los milagros obrados en su seno. Además ha regenerado la familia y la sociedad, y ha contribuido sin cesar al progreso de la humanidad. Para que la Iglesia sea católica se requiere:
1º que se halle siempre y simultáneamente extendida por la mayor parte de los países conocidos; que por su difusión aventaje a las sectas heréticas y cismáticas;
3º que tenga una fuerza de expansión universal. La Iglesia Romana posee la catolicidad, y este carácter le es tan esencial y está tan universalmente reconocido, que de él ha tomado su nombre. Para que la Iglesia sea apostólica se requiere:
1º que no cese de enseñar la Doctrina de los Apóstoles;
2º que en todos los tiempos, y con el consentimiento del sucesor de Pedro, cabeza de la Iglesia, sea siempre enseñada y gobernada por pastores cuya misión provenga sin interrupción de los Apóstoles. La Iglesia Romana posee la apostolicidad; pues nunca ha enseñado otra doctrina que la de los Apóstoles, y su misión procede de Jesucristo, por los Apóstoles. La Iglesia Romana es divina, porque sus caracteres, su propagación y su inmutable estabilidad son milagros que atestiguan ser ella creación de Dios en el orden sobrenatural. Los caracteres de la verdadera Iglesia no se hallan ni en las sectas protestantes ni en el cisma griego. Estas Iglesias no tienen ni la unidad de doctrina ni la unidad de gobierno. No poseen la santidad ni en sus fundadores, ni en sus doctrinas, ni en los resultados que han producido. No tienen la catolicidad de tiempo ni lugar, y son impotentes para formar una sociedad universal cuyos miembros estén todos unidos entre sí. No poseen la apostolicidad, pues han abandonado una parte de la doctrina de los Apóstoles, y tienen un origen puramente humano y no apostólico.

Respuesta a algunas objeciones.- Contra la santidad de la Iglesia Romana se han objetado algunos escándalos y desórdenes que ha habido entre el clero; ciertos hechos que parecen ser efecto de excesiva intolerancia, ciertas doctrinas que se afirma ser opuestas a los progresos de la civilización. Pero estas objeciones se basan o en inconcebibles exageraciones, o en verdaderos errores, o en la falsa interpretación de lo que debe ser el verdadero progreso y la verdadera civilización.

Constitución de la Iglesia.- Puédese considerar en la Iglesia:
1º el cuerpo social;
2º el principio de vida, o la autoridad. El cuerpo social. El cuerpo social en la Iglesia es el conjunto de los pastores y los fieles. El pastor supremo de la Iglesia es el Papa, vicario de Jesucristo, sucesor de San Pedro, y cabeza visible de la Iglesia. La dignidad de cardenal es la más elevada en la Iglesia después de la del Papa: los cardenales son los consejeros ordinarios del Papa, presiden las congregaciones romanas, y tienen actualmente derecho exclusivo de elegir al nuevo Papa. Los obispos, sucesores de los Apóstoles, son los encargados por el Espíritu Santo del gobierno espiritual de las diócesis, bajo la autoridad del Papa: reciben de solo el Papa el poder de gobernar a los fieles; son todos iguales en cuanto al carácter; pero a ciertas sedes episcopales van anejos títulos honoríficos o jurisdicción más extensa. Los provisores son los auxiliares del obispo en el gobierno de la diócesis. Los canónigos son sacerdotes nombrados por el obispo, para formar el cabildo catedral. Los curas son los sacerdotes que, bajo la autoridad del obispo, tienen a su cargo el gobierno de las parroquias. Cuando la parroquia es importante, tienen auxiliares llamados coadjutores. Además del poder de orden conferido al obispo por la consagración episcopal, y al sacerdote por la ordenación sacerdotal, para ser pastores legítimos han de tener el poder de jurisdicción. El poder de jurisdicción es la potestad pública de regir y gobernar a los fieles en orden a la bienaventuranza eterna. Los simples sacerdotes reciben la jurisdicción del obispo, el obispo, del Papa, y el Papa, de Jesucristo. Los cristianos que no son pastores en la Iglesia, son llamados fieles. Los fieles no tienen parte alguna en la autoridad eclesiástica, pero pueden serle de muy útil auxilio.

La autoridad en la Iglesia.- El Papa posee la autoridad suprema, porque siendo el sucesor de San Pedro, tiene en la Iglesia la primacía que Jesucristo confirió al príncipe di los Apóstoles. Los pontífices romanos han ejercido esta supremacía soberana desde el origen de la Iglesia y en todo el curso de los siglos. La autoridad doctrinal del Sumo Pontífice consiste en que es el principal doctor y el principal custodio y defensor de la verdad revelada. Es dogma divinamente revelado que el Pontífice Romano es infalible cuando habla ex cáthedra. Es necesario que el Papa posea este privilegio para que los cristianos estén seguros de que, dirigidos por él, no puede extraviarse, en el camino de la salvación. La autoridad gubernamental del Papa consiste en el pleno poder de jurisdicción en todo lo concerniente a la disciplina y al gobierno de la Iglesia. De donde se sigue que el Papa posee plenamente:
1º el poder legislativo, que le confiere el derecho de dar leyes;
2º el poder ejecutivo, por el que gobierna soberana mente a la Iglesia;
3º el poder judicial y coercitivo, en virtud del cual puede juzgar a los infractores de las leyes de la Iglesia. En virtud de su poder temporal, el Papa ejerce en los Estados de la Iglesia la autoridad civil. Esta soberanía temporal es legítima y se funda en los mejores títulos se puedan alegar. Además, en el estado presente de las cosas humanas, es absolutamente necesaria para el bien de la Iglesia y el libre gobierno de las naciones. Los obispos son los jueces en sus diócesis; pero no definitivamente y sin apelación, porque considerados cada uno de por sí, no son infalibles. Los obispos son los príncipes espirituales de sus diócesis, y como el Papa, pero bajo su dependencia, poseen el triple poder legislativo, administrativo y judicial. Los obispos tienen el derecho de reunirse en concilio y deliberar y juzgar sobre las materias de doctrina o disciplina cristiana. Hay dos clases de concilios: el concilio ecuménico, que representa a toda la Iglesia, y el concilio particular, que representa una o varias provincias.

Relaciones de la Iglesia y del Estado.- Para que la Iglesia desempeñe eficazmente su misión se requiere:
1º que ejerza con entera independencia los derechos que ha recibido de Jesucristo;
2º que el poder civil le preste su ayuda. La Iglesia y el Estado son dos sociedades distintas, pues se diferencian en su origen, en la autoridad que las rige, en su objeto y en su fin. La Iglesia debe ser independiente del Estado, porque su origen, su autoridad, su objeto y su fin provienen de Jesucristo que ha querido que, como Él, su Iglesia fuese independiente de todo poder terreno. Como consecuencia de esta independencia, la Iglesia posee todos los derechos cuyo ejercicio le es necesario para ti cumplimiento de su fin, que es la santificación y felicidad eterna de las almas y como el fin de la Iglesia es doble sobre todos, síguese que tiene supremacía sobre el Estado.La doctrina que subordina la Iglesia al Estado, llamada cesarismo, ha sido condenada por la Iglesia. El poder civil que practica el cesarismo es al mismo tiempo injusto, impío, maléfico e insensato. No le basta al Estado respetar la libertad y los derechos de la Iglesia: debe también ayudarla, protegerla y defenderla. Este deber se funda en la obligación que incumbe a la sociedad civil, de profesar el catolicismo. El Estado tiene el derecho y el deber, tanto para el bien de la nación como para el de los fieles, de proscribir el cisma y la herejía; porque la unidad religiosa es el fundamento principal de la unidad social. Con todo, el Estado puede tolerar los cultos disidentes cuando han adquirido cierta existencia legal consagrada por el tiempo, o concedida por tratados o convenios. La doctrina que pretende que el Estado no tiene el derecho ni el deber de unirse a la Iglesia para protegerla, se llama liberalismo, y es condenable, porque desconoce la soberanía de Jesucristo, soberanía que Jesucristo ha transmitido a su Iglesia.

Unión de los miembros de la Iglesia.- Por comunión de los santos se entiende la comunicación de bienes espirituales entre los miembros de la Iglesia mutuamente unidos entre sí y a una sola y misma cabeza que es Jesucristo. Hállanse en tres estados diferentes, según pertenezcan a la Iglesia militante, a la purgante o a la triunfante.

Bienes espirituales de la Iglesia. De la unión de estos miembros entre sí resulta que el bien de cada uno redunda en provecho de los demás. Los bienes espirituales de la Iglesia son los méritos de Jesucristo, de la Santísima Virgen y de los santos, el santo sacrificio de la misa, las oraciones y buenas obras de los fieles. La riqueza de este tesoro es inestimable.

Comunicación de los bienes espirituales.- Los fieles de la tierra dirigen oraciones a los santos, y éstos les alcanzan por los méritos de Jesucristo y los suyos propios, gracias abundantes. Los fieles de la tierra interceden por almas del Purgatorio, pidiendo a Dios que las libre o las alivie, y es piadosa creencia que las almas del Purgatorio ruegan también por los miembros de la Iglesia militante. Los santos del cielo ayudan a las almas del Purgatorio. También existe la comunión de bienes espirituales entre los fieles de la tierra; pues interceden unos por otros, y las gracias que cada cual recibe y las buenas obras que hace, aprovechan a todos. Ignoramos la medida en que los miembros de la Iglesia participan de su tesoro espiritual; pero no cabe duda que a medida de esta aplicación depende en gran parte de las disposiciones de cada uno. Aunque los fieles que se hallan en pecado mortal, no producen ningún fruto ni para ellos ni para los demás, no por eso dejan de ser miembros de la Iglesia, y como tales entran en la comunión de los santos, y por los méritos de sus hermanos pueden recibir gracias de conversión. Los infieles, herejes, cismáticos, apostatas y excomulgados no tienen parte alguna en la comunión de los santos.